Capítulo 3: La nana de Naomi

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Eddie

Eddie

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Le temblaban las manitas como si fueran gelatina. En sus bracitos empezaba a notarse la piel de gallina por el miedo. Naomi se acercó las piernas y se las abrazó dulcemente. Entre las piernas y el calor de su cuerpo me encontraba yo. Mi amiga me abrazaba muy fuerte mientras sollozaba. Sus lágrimas caían sobre mi hocico. Ella comenzó a acunarse con un balanceo suave, al ritmo de una música imaginaria que sólo ella escuchaba. En su rostro empezaba a surgir un moratón lila en la zona del mentón, donde su padre había osado darle color. Su cara reflejaba el miedo, la tristeza que sentía hacía la situación y en él se reflejaba la pregunta que siempre se hacía: ¿Qué había hecho para que su padre le trate así?

De fondo se podía oír la estridente "Nana", era la música con la que se quedaba dormida todas las noches. En primer plano se escuchaba los estridentes chillidos de su padre seguidos de los golpes sordos que producía el cinturón. En segundo plano podía detectar los sollozos y las súplicas de Helena, parecían susurros apagados por el dolor.

Mientras, Naomi miraba las paredes de su "Nave espacial". El armario estaba decorado con estrellas que brillaban en la oscuridad y planetas que giraban según el capricho de la niña. En lo alto del mueble, colgaba la ropa de mi dueña, reflejando así, la vida de felicidad que tenía que aparentar. Allí descansaban los uniformes del colegio, los vestidos de los domingos, los chándals que acababan llenos de tierra con unas dulces carcajadas de parte de Naomi y de Nayara.

En un rincón esperaban los dibujos que ella dibujaba. La mayoría eran escenas que vivía cada día. En todos, yo salía como un caballero con mi varita mágica. Siempre he deseado poder moverme para proteger a mi niña de ese malnacido que se hace llamar "padre". Ella confiaba en mí y pensaba que yo la protegía de él. Esta vez, ella iba a cambiar de parecer.

De pronto la "Nana" se calló. Todo se quedó en silencio, como Naomi quieta e inexistente. Justo en ese momento sentí como mi brazo se deshacía y caía al suelo. La niña lo miró con desconcierto sin poder creer lo que estaba sucediendo. Cogió el brazo con delicadeza, como si se fuera a romper con solo el contacto de los dedos. Lágrimas cayeron por su rostro, lágrimas en un silencio absoluto como se mostraba la casa en ese momento.

— Eddie — susurró la niña de mis ojos con el poco aire que podía conservar en sus diminutos pulmones.

Entonces alguien entró en la habitación. El parqué de la entrada crujió levemente. Tanto Naomi como yo sabíamos quién era. Mi dueña me dejó en el suelo mirando hacia la puerta del armario. Ella fue retrocediendo hasta la pared opuesta, detrás de los vestidos. Escuché cómo él se tropezaba con los objetos que le rodeaba y su olor era verdaderamente agrio. Definitivamente estaba borracho, eso empeoraba más la situación de la niña. Cuando estaba en ese estado no podía controlar su ira y presentí que Naomi lo sabía. Noté como ella intentaba controlar la respiración para que su padre no la encontrara.

Eddie (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora