III - Escena incómoda

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Habían pasado ya varios días desde aquel penoso incidente con el vecino de enfrente y en el pasillo aún se hallaban cajas por montones. Éste hombre tenía muchísimas cosas de valor y cómo no, si su apartamento es lo suficientemente grande como para guardar un helicóptero en la sala de estar.

[...]

Después de un afanado día de trabajo en el restaurante y la Universidad, al llegar a mi apartamento luego de haber cruzado ese campo de batalla en el pasillo, me tiré boca abajo en mi cama con la intención de dormir plácidamente, pero ¡No pude! Pues un par de horas después, el movimiento y  parloteo en el pasillo se escuchaba hasta mi habitación.

Me levanté un tanto molesta y una vez más, me asomé por la mirilla de la puerta para ver que es lo que causaba tanto alboroto.

Vi a un hombre de unos veintiocho años junto a dos flameantes pelirrojas, al parecer gemelas y una preciosa rubia; Ayudaban a meter las cajas al apartamento.

Aquello me daba mala espina. Pensé de inmediato que las fiestas y el bullicio dentro de aquel apartamento no cesarian. Así que debido a mi tan ajetreado "Modus Vivendi" tuve que ir a exigirle al dueño del edificio, el señor Carrington, que les advirtiese a esos jóvenes que los vecinos necesitábamos tranquilidad.
Dicho esto, me miró fijamente y se limitó a argumentar:

—No sea tan aburrida, señorita Battle, sólo será un poco de ruido de unos jóvenes disfrutando de la vida. Únase a ellos, le hará bien.

Si, me enfade. Lo primero que pensé fue en la gran posibilidad de que se haya dejado seducir fácilmente por los encantos de alguna de las pelirrojas. ¡Bah! No se puede esperar otra cosa de un hombre de cincuenta años, divorciado y sin hijos.

Resignada, tomé el elevador para regresar a mi apartamento.
Cuando llegué al pasillo, me encontré con una escena bastante incómoda.

La rubia y el hombre que había visto hacía un rato, se hallaban allí, muy juntos. Ella estaba contra la pared mientras que él recargaba su mano en la misma frente a ella, como si la tuviese acorralada; Él la tomaba de la barbilla haciendo que lo mirase, pero ella rehuía.

Yo caminé con la cabeza baja y metros antes de llegar a mi apartamento, el hombre susurró algo que hizo enfadar a la rubia, pues escuché el sonido de lo que pareció ser una bofetada junto a la frase:

"¡Lo que pasó no volverá a pasar, así que déjame en paz!"

La rubia entró al apartamento cerrando su puerta de golpe.

Miré al hombre, quien se frotaba la mejilla; Él miró fijamente a la puerta con un gesto que, si hubiesen sido palabras se hubiese escuchado un claro:

"Esto no se va a quedar así"

Finalmente, después de sonreirme se retiró.

Aquella rubia era linda en verdad, quizá era la novia del chico semidesnudo de la otra vez, aunque, ahora que lo pienso, ella parecía ser un tanto mayor que él.

Vaya que los nuevos vecinos ocultaban muchas cosas. Más de las que oculta el señor Carrington dentro de esa bodega a la que sólo el personal autorizado tiene derecho a entrar.
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La rubia en multimedia :3 (Allyn Rose)

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