VIII - Compromisos pendientes

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Había pasado ya una semana y un día desde la fiesta y no escuché ruido alguno que proviniese del apartamento de enfrente.
Fue como si todo lo que pasó el sábado hubiese sido producto de imaginación y ni Leo, ni Danna, ni la rubia, ni nadie existiese en realidad.

Mi pierna sanó unos días después.
Aún no podía brincotear por todos lados, pero al menos el dolor, era más soportable que el primer día.
Por fin podía caminar sin sostenerme forzosamente de algo o alguien.

La tarde del domingo, mi móvil, no paró de sonar, pensé que se trataba del Señor Reed, mi profesor de filosofía o mejor aún, creí que mi enigmático vecino por alguna razón se había tomado la molestia de pedirle mi número de móvil al señor Carrington y por ende, era Leo quien me llamaba para saber cómo me encontraba; Pero no, una vez más, inútilmente me hice ilusiones.

Quien llamaba era nada más y nada menos que Jared Norton, uno de mis compañeros en la conferencia de Tavares.
El sagaz e independiente joven oriundo de Ginebra (Suiza) que habló sobre la antimateria y el importante descubrimiento que realizó el CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire), es decir: Consejo Europeo para la Investigación Nuclear sobre la misma.

En concreto, habló sobre el descubrimiento del antihidrogeno, el espectro de la antimateria.
No se trató de un descubrimiento sencillo, pues según Norton, el hidrógeno es el elemento mas abundante en el Universo al contar con un sólo protón y un sólo electrón, pero a su opuesto, el antihidrogeno, se le entiende de manera limitada y es muy difícil producirlo en condiciones de laboratorio.
Lo que dijo, sorprendió a muchos físicos e intrigó a muchos escépticos, ya que el descubrimiento del espectro de la antimateria, uno de los mas grandes misterios para el ser humano, pone en duda la teoría de la relatividad de Einstein.

La llamada de Norton debo admitir que me sorprendió.
Me pareció increíble que un joven, docto y afanado físico de Stanford, me llamase para invitarme cortésmente a un cita.
Algo sorprendente de un hombre que se la pasa 24/7 trabajando en su colegio.

—Espero que no lo tomes a mal, Zoé. Es sólo que, durante la conferencia no tuve tiempo de hablar contigo y realmente me interesa conocerte.—Dijo Norton durante nuestra conversación por teléfono, con cierto nerviosismo.

—Tranquilo, Jared. A mi también me gustaría conocerte. Tu discurso en la conferencia fue sorprendente y me gustaría saber más sobre el tema.—Respondí

—Ah, ¿De verdad?

—Por supuesto. Propongo que cuando tengas tiempo, nos reunamos en un lugar tranquilo para compartir lo que sabemos ¿Qué opinas?

—¡Es perfecto! Hablaré con mis profesores en la Universidad y pediré un día libre. Te avisaré con tiempo, lo prometo, gracias.

—Gracias a ti, hasta entonces.—Finalicé para después colgar.

Supuse que una cita con un joven inteligente, me sería de gran ayuda e interés.

Muchos considerarían que una cita con un alguien así, sería aburrida, o que probablemente la persona sería amargada y presuntuosa, pero yo considero que una cita con un hombre con ideas bien definidas, cortés y con un extenso lenguaje sobre temas desconocidos para la población promedio, es uno de los regalos más valiosos que alguien pueda tener.

Siempre soñé con conocer a una persona así; Pensar en mi cita con Norton, me tenía en un nivel de emoción insuperable, aunque muy en el fondo, no dejaba de pensar en Leo, mi vecino.
Me preguntaba si él sería tan interesante como lo es Norton.

Me sentí estúpida, pues estando apunto de tener una experiencia con la realidad que siempre quise, seguía aferrandome a una ilusión absurda con mi señor vecino.
Me hice a la idea de que yo tenía que seguir con mi vida y dejar de leer tantas novelas.
Era momento de vivir mi vida y experimentar cosas nuevas, era hora de dejar las niñerias y los cuentos de hadas en el pasado.

[...]

Ésta mañana me levanté temprano para ordenar un poco mi solitario apartamento antes de irme a la Universidad.

Encima del pequeño reproductor de música de la sala de estar, decidí colocar de una manera menos presuntuosa, los reconocimientos y medallas que gané a lo largo de mi vida escolar.
Me disponía a colocar al centro, mi reconocimiento y premio de la conferencia, pero al revisar mi bolso, me di cuenta que ninguno de los dos estaba, los había perdido.

Me di un tope con la mano en la frente, ¡No puede ser que sea tan estúpida! Pensé

Una lágrima rodó por mi mejilla al pensar que realmente pude haberlos extraviado, pero luego de calmarme y analizar la situación, una pequeña esperanza invadió mi corazón al suponer que quizá, los había olvidado en el apartamento de Leo, quizás se cayeron cuando perdí el equilibrio al querer salir de ahí el día de la fiesta.

Decidí que se los pediría a Danna en cuanto la viera.
No quería toparme con Adam o la rubia por lo que me rehuse a ir directamente al apartamento.

Luego de unos minutos escuché que ligeramente, llamaron a mi puerta, me asomé por la mirilla de ésta y no vi a nadie, decidí no tomarle importancia. Suficiente, debo calmarme. ¡Estoy volviendome loca! Me dije a mi misma.

Me di una buena ducha y me aliste para ir al colegio.
Era una mañana fría y los exámenes que me esperaban la hacían aún más gélida.
No podía fallar y menos cuando apenas comenzaba mis estudios, así que al llegar la hora de partir, tomé mis cosas y abrí la puerta.

Justo ahí, a mis pies se hallaba la estatuilla que se me otorgó en la conferencia y el reconocimiento que tanto buscaba.
Junto a ellos se hallaba una carta dentro de un sobre color gris y un listón rojo.
Los tomé y ahí mismo abrí la carta, la cual, decía:

Estimada Zoé:

¡Muchas felicidades!

Olvidaste esas cosas en mi apartamento, supongo que son importantes para ti.

Déjame decirte que al parecer eres una jovencita muy inteligente, me hubiese gustado escucharte en esa conferencia.

Lamento lo sucedido, aún me siento culpable por haberte herido.
No he tenido tiempo para visitarte, el trabajo me lo impide, aún así espero estés mejor y que tu pierna halla sanado por fin.

Ten mas cuidado al cruzar la calle.

P.D: No lo he olvidado, tú y yo tenemos una cena pendiente.

Firma con cariño:
Leo Carlier.

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