VII - Luces Fluorescentes

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Sentí como si un balde de agua fría me hubiese caído de golpe sobre la espalda.

Trate de entender el porqué de mi comportamiento, pero por más vueltas que le di al asunto, la única respuesta más "Lógica" que encontré fue que:

En primer lugar, el hecho de haberme encontrado con tan enigmático personaje y además, haberme enterado que sería mi vecino, me sorprendió sobremanera, pues jamás, en mi corta vida, pense conocer a alguien así y mucho menos de tan extraña forma.
Es por esa razón que, al saber que un hombre como él jamás se fijará en alguien como yo, me hace sentir incómoda, triste y molesta. Me hacia  sentir un cierto grado de envidia hacia Rebeca, la rubia, ya que ella era muy afortunada.
Saber que ella y Leo estan juntos me hizo perder totalmente las absurdas ilusiones que me creé de camino acá.
No me quedaba más que resignarme y dejar de ser tan torpe.
Culpo de esto a las novelas románticas y a sus personajes varones. Gracias a ellos tengo muy altas mis espectativas con respecto al amor.

—¡Zoé! — Grito Danna de nuevo —No te pierdas, amiga mía. Estoy hablándote.

—Perdóname, Danna. Hay mucho ruido y no puedo entender muy bien lo que dices.

—Oh, vaya que estás escuchandome, si no tu cara no se habría tornado diferente al saber que Rebeca y Leo contraeran nupcias.

Nunca he sido buena ocultado mis emociones.
El tono alcoholizado de Danna, de cierta forma me hacia gracia; La inocencia que poseía me resultaba encantadora.
Yo sabía que lo que salía de su boca era verdad, pues como decía mi abuelo:
"Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad."

—No debí haberte dicho nada —Continuó —Lo lamento mucho

—No, Danna. No te mortifiques, la verdad es que no me interesa.
Si ellos quieren casarse, están en todo su derecho, ojalá sean muy felices.
—Dije intentando sonar segura para no hacer sentir mal a Danna, aunque aún después de meditarlo, yo seguía sintiendo esa cosquilla de desgano dentro de mi.

—¡Es que ella no se lo merece! —Dijo Danna tirando su bebida al suelo y manchando la alfombra.

—¡Tranquila, Danna! ¿A qué te refieres?

—A que Rebeca es una cualquiera y Leo es maravilloso.

Danna se acerco más, se giró hasta  quedar de frente hacia mi y continuó:

—Mi hermana Ada y yo conocemos a los Carlier desde que eramos pequeñas.
Cuando Adam y Leo eran pequeños, viviamos los unos al lado de los otros, lo único que dividia nuestras casas, era un muro alto de madera.

Ellos venían de Francia, al principio, no hablaban bien el idioma, razón por la que la gente de los alrededores los miraban raro.
Nosotros nos encargamos de ayudarlos a aprende. Mi papá además de nuestro idioma original, tambien hablaba francés y gracias a ello, en poco tiempo ellos ya hablaban un idioma mas fluido que nosotros.

Nuestras familias solían reunirse los sábados a jugar y comer carne asada, a veces ibamos a casa de los Carlier o ellos venían a la nuestra.

Leo siempre ha sido el mayor, el que nos protege de todo, el mejor amigo que cualquiera desearía tener.
No te voy a negar que, me enamoré de él, pero Leo siempre me vio como una hermana pequeña.

Luego de unos años, se fue a la Universidad y solo quedamos Ada, Adam y yo.
Adam se fijo en mi y yo le correspondi. Tuvimos una relación que terminó hace poco...

Luego de un tiempo, Ada y yo conocimos a Diego en la preparatoria, era estudiante universitario que hacia su servicio en la clase de finanzas. Más que un profesor, se convirtió en nuestro mejor amigo y amigo de la familia también.

Mi Nuevo VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora