La posada que Amanda le había recomendado a Carmen resultó ser una hermosa construcción de piedra gris y tejas, con inmensas torres que se alzaban entre la noche. Alejada del pueblo y toda la gente que Carmen aborrecía, a solo unos cien metros de un risco junto a la bahía. Parecía que estuviera en otro planeta, mucho más lejos que a solo cinco kilómetros del centro.
Como era casi media noche Carmen había preferido tomar un taxi para llegar, pero mientras el camino había ido cambiando frente a sus ojos y el sabor salado del mar le había inundado, se había prometido que lo primero que iba a hacer la mañana siguiente era recorrer los alrededores con una buena carrera.
Ahora cargaba sus maletas mientras entraba por la pequeña puerta de madera de la posada, con un pequeño letrerito de color rojo que indicaba "bacantes".
-Bienvenida a la Posada de la Bahía. –Le gritó un joven de voz aguda, de unos diecinueve años, desde detrás del mostrador de la estancia. Carmen tuvo que admitir que el nombre no era nada creativo, pero el lugar en sí era perfecto. De un aire antiguo y cálido, con paredes de tapiz rojo y cuadros de vistas de la playa y el pueblo, como eran hace cientos de años. Altos candelabros iluminaban el lugar y el calor manaba de alguna chimenea encendida que Carmen no podía ver.
-Hola, necesito hospedarme por tres semanas. –Le dijo al chico una vez había terminado de apreciar el lugar.
-Perfecto, tenemos una habitación en la torre oeste que tiene vista a la playa. –El joven comenzó a buscar una llave en un cajón con cientos de ellas. –Contamos con servicio de limpieza y un restaurante que ofrece desayuno, comida y cena. Además, todos los fines de semana tenemos organizada una excursión para que conozcan mejor el lugar y sus alrededores. ¡Bingo! –Gritó cuando encontró la llave y Carmen casi se suelta a reír, el chico era muy divertido y enérgico. –La excursión de este fin de semana va a ser al centro, a una hermosa tienda de antigüedades.
Carmen sonrió amable al joven aceptando la llave.
-Espero que puedas asistir, va a ser muy divertido.
-Sí, seguro. –Pero por dentro sabía que primero muerta iba a pasar todo el día conociendo el pueblo que ya conocía y odiaba de memoria. Prefería pasar todo el día junto a la bahía, mirando el agua azotar contra la arena.
-Ahora solo necesito que llenes este formulario y serás un cliente oficial. –Le dijo el joven con la mirada un poco más ilusionada de lo normal. Carmen no pudo evitar darse cuenta que ella le gustaba a él. Que chistoso, siempre le gusto a los que no me gustan.
Y no era que Dave no estuviera guapo (típico chico alto, de cabello rubio y piel muy bronceada, dios playero), pero Carmen era muy firme y decisiva a la hora de conocer a alguien y definir si esta persona le agradaba o no, en especial si era un hombre. Y Dave no era su tipo de hombre, así de simple. ¿Por qué? Lo mejor era no preguntárselo a sí misma, porque no tenía ni idea, simplemente sabía que ella era como un niño de cinco años al que le preguntan si le gusta un juguete o no, no lo va a analizar mucho, solo dirá sí o no.
Lleno rápidamente el formulario y acepto la ayuda del joven para subir su equipaje por las interminables escaleras de la torre oeste.
Todo el asunto (Dave coqueteándole y ella tachándolo de su lista mental de novios posibles) le había recordado su mala suerte en el amor, y mientras subía peldaño a peldaño, su trágica historia amorosa comenzó a pasar frente a sus ojos, como una vieja película de 1960.
Su primer amor había sido un niño de trece años llamado Mathew, de cabellos dorados y ojos grises. En ese entonces ella solo tenía nueve, y ahora que podía ver las cosas con perspectiva, la diferencia de edad fue la razón por la cual él y sus amigos se rieron de ella cuando se le declaro al niño. "Regresa a jugar con tus muñecas niña", fueron las palabras que Mathew le dijo antes de darse media vuelta e irse.
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Dime lo que sientes y me quedaré a tu lado
RomantikCarmen se ha pasado la vida mirando a otro lado de la ventana, buscando esa otra mirada que la cautive y la haga sentir completa; no la ha encontrado. Y no es hasta que su testaruda amiga Hannah le insiste en aceptar una invitación a la boda de su h...