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Carmen abrió los ojos al escuchar el canto matutino del primer pájaro, una dulce melodía que le recordaba su niñez. Al momento se sintió mareada y confundida, ¿dónde estaba?

Entonces los recuerdos del día anterior comenzaron a llegarle igual que los recibos de su tarjeta de crédito, crudos y contundentes. ¡Qué día había sido el de ayer! Su reencuentro con su familia que terminó en tragedia, su enamoramiento juvenil (a primera vista) con Josh, y el rompimiento del mismo al enterarse que estaba ciego. Más emoción de la que había vivido en meses.

Recordó que lo primero que iba a hacer esa mañana era hablar con Hannah, pero también se dio cuenta que tenía que ordenar un poco sus ideas antes de hacerlo, porque de lo contrario abriría la boca para gritar cientos y cientos de palabras incoherentes. Por lo que por un momento trato de pensar en ambas situaciones en las que estaba metida (la familiar y la de Josh) de manera inteligente y precisa, pero las ideas seguían jugando en su mente como niños de diez años.

Entonces decidió que lo que debía hacer era ordenar sus prioridades y enlistar acciones a realizar. Lo más importante era mejorar su relación con su familia, si era posible. Y después venía todo el asunto de Josh, que estaba tan claro para Carmen como la química (curso que había reprobado cinco veces antes de pasar gracias a la lástima de un viejo profesor). Decidió que atendería ambas cosas al mismo tiempo, no porque tuvieran el mismo grado de importancia (el cual no tenían), sino porque Carmen no podía dejar de pensar en ambas de igual manera (para su pena).

Lentamente fue ideando un plan mental, con una lista de acciones a realizar que se veía más o menos de la siguiente manera: 1.- hablar con Hannah sobre mi familia y el caso de Josh. 2.- Hablar con mi hermano Olson y tratar de mejorar mi relación con él (considerando que es el único con el que puedo hablar sin convertirme en una loca avienta cosas). 3.-Realizar lo que sea que Hannah me recomiende sobre Josh (ya que ella es la imparcial). 4.- Volver a hablar con Hannah y decirle cómo resulto todo el plan.

Animada por su ruta de acción Carmen se levantó de la cama con una gran inhalación y dio un vistazo a su habitación, misma que la noche pasada ni había mirado de soslayo, y se llevó una agradable sorpresa. La habitación era circular, con paredes de piedra y tres cuadros de antiguos barcos e inmensas ballenas. Una gigante cama de metal, con dosel blanco de encaje, se ubicaba en el centro. Una ventana en el extremo contrario a la puerta de entrada mostraba una impresionante vista de la playa y el mar. Y una hermosa alfombra roja monopolizaba el suelo. Para terminar de adornar la habitación había objetos antiguos como jarrones o fotografías de pesqueros en mesitas de vidrio.

Era la habitación más hermosa que Carmen había visto. Y como Dave le había dicho la noche anterior, la vista sí que era única.

Después de unos momentos más de escepticismo, Carmen puso el primer paso de su plan en marcha. Y fue después de que se escuchara el tono del teléfono cinco veces, que Hannah finalmente contestó.

-¡¿Quién demonios se atreve a llamar a esta hora un sábado por la mañana?! –Gritó una voz enojada, adormilada, pastosa y contrariada.

-Veo que anoche continuaste con nuestra rutina de pasar la noche en el TIMES buscando hombres, ¿no? –Comentó Carmen burlona a su melodramática amiga, no era tan temprano en Los Ángeles.

-Ah, eres tú. ¿Cómo fueron las cosas? No asesinaste a nadie, ¿verdad? Porque si lo hiciste no me lo puedes decir por teléfono, ya sabes que las compañías telefónicas graban todas las conversaciones. –La voz de Hannah finalmente comenzaba a sonar un poco más despierta.

-¡Claro que no! No soy una joven de veintiséis años que va por allí cargando un cuchillo afilado, lista para atacar al que se deje. –Se defendió Carmen.

Dime lo que sientes y me quedaré a tu ladoWhere stories live. Discover now