(Arriba Carmen).
-Lo que digo es que puede no ser tan malo. Quien sabe, igual y te encuentras en medio de una aventura.
Carmen rio ante el comentario de su amiga.
-Hablo en serio, puede ser muy divertido. -Hannah abrió los ojos al tener una idea.- Hasta te puedes ver envuelta en un amorío de verano.
-Ahora sí que has perdido la cabeza, ¿yo metida en un amorío de verano?
Hannah asintió enérgicamente, emocionada ante la idea.
-Claro, es la situación perfecta.
-No lo creo, si nadie se me ha declarado ahora no pasará en el verano. Créeme.
-No seas tan negativa. -Hannah hizo una mueca.- Además sí se te han declarado chicos, solo que no has aceptado a ninguno.
Carmen hizo un gesto con la mano, descartando las palabras de Hannah.
-Ellos no cuentan, yo hablo de un hombre de verdad.
-¿Un hombre de verdad? -Preguntó Hannah.
-Sí, uno que me de flores en la primera cita y me abra la puerta cada vez que pueda, uno que me traiga sopa cuando me enferme y se ría de mis chistes, uno en el que pueda confiar y realmente me ame. -Dijo Carmen con ojos soñadores.
-Diablos chica, lo que pides es la reencarnación del típico príncipe de los cuentos de hadas. Y eso no va a pasar, ¿por qué crees que les llaman así, cuentos de hadas?
Carmen sonrió a su amiga.
-Ya sé, es solo que no puedo evitar tener la esperanza de que sí exista un hombre así. Ya sabes, de que no todos sean unos cerdos calientes.
Hannah comenzó a reír como loca, pero Carmen solo volteó a ver por la ventana. Ver pasar a las personas le entretenía, siempre buscando una mirada que se cruzara con la suya y le regalara una sonrisa.
-Tierra llamando a Carmen. Hey, no me ignores.
Carmen volteó con una sonrisa en los labios.
-No te ignoro, solo me gusta ver pasar a las personas.
Hannah sacudió su pelirroja melena al negar con el rostro.
-A eso es a lo que me refiero, ya basta de mirar por la ventana en busca del príncipe azul. Es hora de que veas la mercancía que hay a tu disposición, de otra manera pronto alguien sí les va a dar una oportunidad.
-Ya sé, ya sé.
-Entonces deja de lamentarte y empaca para el gran viaje. Suéltate el cabello y usa un sujetador atrevido, cambia por completo, libera a la chica loca que llevas dentro.
Carmen asintió acomodándose el rubio cabello tras la oreja.
-Está bien, voy a ir directo a mi apartamento y empacaré una inmensa maleta con la ropa más loca que encuentre.
-Eso es chica, ve a buscar algo que pescar. No importa si el pez es verde o dorado, es un pez al final.
-Eso haré. -Afirmó Carmen decidida.
Hannah le miro un momento, como pensándose algo.
-Pero recuerda, hay límites de aceptación.
Carmen le miró sin comprender.
-¿A qué te refieres?
Hannah se encogió de hombros.
-Ya sabes, si está loco o paranoico, o algo raro por el estilo. Como esos tipos chiflados de las películas.
Carmen se rio ante el comentario.
-Descuida, soy muy exigente a la hora de escoger. Y no importa que me suelte el pelo o use un sujetador atrevido, eso no cambiara la forma en que escojo a los chicos.
Hannah asintió sonriente.
-Eso lo dices ahora, pero al final te puedes sorprender a ti misma. No sabes lo que eres capaz de hacer por amor.
-¿Amor?
-Así es chica, amor.
(Aquí Hannah).
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Dime lo que sientes y me quedaré a tu lado
RomanceCarmen se ha pasado la vida mirando a otro lado de la ventana, buscando esa otra mirada que la cautive y la haga sentir completa; no la ha encontrado. Y no es hasta que su testaruda amiga Hannah le insiste en aceptar una invitación a la boda de su h...