CAPÍTULO II.- Noqueada
Ahí estaba, besando a una chica que, efectivamente, no era su novia, pero... le gustaba, secretamente, ella robaba espacio en su cabeza.
Reaccionó un segundo después. No sabía cuánto tiempo llevaba haciendo eso, ni tampoco sabía qué haría ahora. Abrió un poco los ojos, y encontró los de ella cerrados; pudo sentir sus palmas en su pectoral de niño, y pudo saborear sus labios con lento deleite. Quizá se había equivocado y se estaba pasando de la línea, después de todo, él debía ser un caballero; pero..., ella estaba cediendo, no se doblegaba a besarlo, y no sabía si asustarse o emocionarse.
Por otro lado, para ella, esta caricia, había sido desconocida, casi como el primer beso, y eso era porque no recordaba nada, pero también era porque, ciertamente, sentía una atracción por el chico que la rodeaba con sus brazos. Fue inesperado, y algo brusco al hacerlo, pero ahora que los labios de él fluían con los suyos, realmente le gustaba, no quería parar jamás.
Alex tomó la decisión y se separó de ella abruptamente, desconcertándola.
–No le digas ni una palabra a nadie – la amenazó – ¡Más te vale que dejes las bromas, Featherton!
–Yo... – tartamudeó.
–¡Ahora, entra a casa! ¡No quiero que te pares en mi camino nunca más! – le dio un leve empujón, pero sus palabras marcaban la violencia.
–Pero, Alex... No conozco a nadie, no sé qué hacer.
–Eso debiste pensarlo antes de meterte conmigo – la miró duramente.
–Yo... no estaba jugando.
–¡No me interesan tus bromas, Featherton!
–Yo no hice nada malo.
–¡Tampoco voy a creerte ese truco!
–¡Es la maldita verdad!
–¡Más vale que pares! – la tomó por los hombros – ¡Porque vas a arrepentirte!
Los ojos de ella dejaban ver su miedo por él. Al instante de que lo percibió, Alex relajó el agarre y suavizó su rostro.
–Sólo no digas una palabra, Featherton.
Retrocedió tres pasos y luego se echó a correr a casa, mientras Katherine entraba a la suya.
¿Qué era todo lo que acababa de suceder? No tenía idea, pero por alguna extraña razón estaba feliz. Ese chico sin duda era atractivo, aunque grosero, pero quizá había una explicación clara para su comportamiento, y estaba dispuesta a averiguarla.
Cerró la puerta y colocó un CD de música romántica que sonaba en ese entonces. Subió las escaleras y se dejó caer en su cómoda cama color rosa palo; entonces, mientras contemplaba en blanco techo, recordaba los labios de Alex presionados sobre los suyos.
Turner, que había corrido sin parar hasta su habitación y se había dejado caer en la cama de color azul, se preguntaba cómo es que ella le concedió tan glorioso permiso de seguir besándola. Tal vez jamás lo sabría, y, lo más seguro, es que tampoco se volvería a repetir, así que, justo en ese momento, se encontraba haciéndose a la idea de que así debía ser, y de que no debía insistir, ni volver a dirigirle la palabra.
La conocía, Katherine Featherton era un ser despreciable para demasiadas personas, sobre todo, en el colegio: las chicas de todos los grados murmuraban cosas de ella, cosas nada buenas, era la envidia; los chicos la invitaban a salir, pero ella siempre prefería a Glyn, eso era algo que detestaba a más no poder; el vecindario se quejaba de ella por sus groserías de altanería, y era cierto, Katherine no era la chica dulce, era déspota y doble cara, siempre conseguía lo que quería de una u otra forma, y la mayor de las veces su comportamiento malcriado molestaba la tranquilidad de las señoras de la lavandería. Por último, su banda, que apenas iniciaba, la detestaba aún más.
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Presagio (Joing the dots) (Alex Turner - Fanfiction)
FanfictionKatherine Featherton, dieciséis años, Sheffield-Inglaterra. "Y querida, si todo es lo mismo para ti... te tendré para mí. Estoy uniendo los puntos." Glyn era guapo, pero tenía la pinta de patán. -Gracias, Featherton - susurró Alex. Sus ojos no m...