3. Aullidos de muerte

550 52 0
                                    

Gaya se despertó enérgicamente y se dispuso a hacer su ronda por los bosques. Se enfundó en sus vaqueros rotos y se puso una sudadera negra. Se recogió su pelo corto en una coleta y se calzó sus deportivas. Entró en la cocina, cogió una manzana y salió al patio de su casa. Respiró profundamente, le encantaba el olor a pino mojado, la tierra húmeda... La nieve se iba derritiendo poco a poco, dejando ver un poco de hierba. Gaya se concentró en una olor concreta, la olor de dos lobos adolescentes. Empezó a correr siguiendo el rastro, la curiosidad le podía. El corazón le iba a mil por hora a medida que se acercaba a los lobos. Llegó a una pequeña parte y los localizó pero no vio a dos lobos, vio a dos adolescentes discutiendo.

-¿Eres tonto o que te pasa?¡Enamorarte de una sirena de nuestra clase que no sabe ni tu nombre!- gritó un chico con el cabello marrón rojizo y ojos de color miel. El chico al cual le gritaba era igual de alto, con el pelo rubio y los ojos verdes como el mismo bosque.

-Me gusta mucho Lina no puedo evitarlo... -respondió el rubio con ánimo ofendido. Gaya dio unos pasos adelante, saliendo de la oscuridad.

-Mmm. ¿Hola?- preguntó con aire dubitativo. Ambos chicos se quedaron mirándola sorprendidos al detectar su sobrenaturalidad.

-¿Que eres?- preguntó el rubio, el castaño rojizo se había quedado mudo.

-Pues supongo que lo mismo que tu, un lobo. -respondió alegremente Gaya. Hubo un momento de silencio, los dos chicos se habían quedado completamente desconcertados.

-¿Me estás diciendo que eres una mujer lobo?- preguntó el rubio. Gaya asintió decidida.

-Eres la loba de la maldición, la de pelaje blanco como la nieve. La misma que jugó con nosotros el otro día... -anunció el castaño rojizo con miedo. Gaya le observó y no pudo evitar reírse.

-¿Cómo lo sabes?Lo de la maldición claro.- preguntó con curiosidad.

-A todos los lobos nos cuentan esa leyenda de pequeños, pero no pensábamos que fuera real.-dijo el rubio.

-Yo si pensaba que fuera real. Y más cuando nos encontramos contigo en el bosque nevado. -anunció el otro.

-Me llamo Gaya. -sentenció ella.

-Colmillos.- dijo el castaño.

-Y yo soy Dante. -dijo el rubio. De lejos se oyó un aullido, no parecía muy alegre. Gaya lo escucho e identificó el significado, un lobo había muerto a manos de un cazador. Pudo ver como los dos chicos se estremecían, los cazadores eran muy temidos por los lobos. La ley prohibía cazar a los lobos pero alguien había violado el código. Los tres se miraron y rápidamente se transformaron. De nuevo corrían tres lobos por la montaña, uno gris, otro rojizo y por último uno blanco. Llegaron al sitio del aullido, de inmediato llegaron más lobos, entre ellos Fenris y Jack.

-¿Papá que ha pasado?- preguntó Gaya. Fenris no dijo nada, pero se leía en su rostro la rabia que sentía.

-Cielo, uno de los nuestros ha muerto por culpa un cazador. ¿Quiénes son estos?- preguntó con dureza.

-Dante y Colmillos. Mis nuevos amigos papá. -anunció seria. Gaya nunca había tenido amigos, vivir alejada de la civilización la había privado de tenerlos. Fenris los miró de arriba a bajo. De repente un imponente lobo grisáceo se acercó a todos los lobos.

-Hermanos, hoy uno de los nuestros ha muerto a manos de un cazador. Me han dicho que nuestro amigo iba por el bosque paseando y que le salió el cazador por el medio. Le pidió que le dejara pasar pero el se negó y acabó matándolo. ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados? ¿Mirando como desobedecen la ley saliendo inocentes? -preguntó el anciano lobo.

-Hoy, hermanos, vamos a aullar por nuestro amigo caído y vamos a hablar con la reina para obtener la protección y libertad que merecemos todos los lobos. -dijo seriamente. Cientos de lobos empezaron a aullar, aullaban por su amigo, por protección y por miedo a ser los siguientes.

Las tres colinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora