4. El Tres Colinas

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Después de horas de aullar, Gaya, Jack y Fenris volvieron a casa. Minerva como siempre los esperaba preocupada.

-He oído los aullidos. ¿Otro muerto verdad?- preguntó triste. Fenris asintió sin ganas, los cazadores llevaban meses matando a los de su raza y toda la rabia acumulada empezaba a desbordarse.

-Gaya, Jack, tenéis prohibido salir al bosque como lobos. Totalmente prohibido. -anunció serio Fenris. Gaya y Jack de miraron a la vez. ¿No ir más en forma de licántropo?

-Fenris no puedes hacer eso, yo tengo la solución perfecta. Puedo llevarme a Gaya al instituto de las Tres Colinas. Allí la tendré vigilada junto a su hermano. -dijo Minerva. Gaya se estremeció. ¿Un instituto? Nunca había ido a ningún colegio, su madre la había instruido perfectamente en casa.

-¿Mamá tu crees que podría adaptarme tan rápidamente a los estudios?- preguntó nerviosa. Minerva asintió. Fenris no parecía muy convencido pero al final accedió a regañadientes. Cuando era la hora de dormir se dirigió a Gaya.

-Quiero que demuestres que los lobos tenemos los mismos derechos que las princesas y las hadas. ¿Entiendes? Haz que me sienta orgulloso de ti cachorro. -dijo sonriente. Gaya asintió decidida y se fue a su habitación.

-Duerme, mañana empieza tu nueva vida. -pensó antes de quedar completamente dormida. Al día siguiente su madre la despertó pronto y la ayudó a arreglarse.

-¡Cachorro, no puedes llevar pantalones rotos! El uniforme son una falda y una blusa con el logo de la escuela. Aunque... No creo que se quejen si en vez de falda llevas unos vaqueros limpios...- dijo Minerva sonriendo. Gaya emocionada se vistió y desayunó junto a su hermano en la cocina. Después de comer un poco, subió al sidecar que llevaba su madre en la escoba y se agarró fuertemente. Los tres, Jack, Minerva y Gaya llegaron al cabo de diez minutos de vuelo. Gaya bajó mareada, nunca le habían gustado las escobas voladoras, no tuvo tiempo de despedirse de su madre, pues ya se había ido a preparar las clases. Jack se había ido con los amigos, dejándola sola en la entrada. Por una vez en su vida los nervios la dominaban, la bestia que llevaba dentro se quejaba al ver que no podría salir en horas. Gaya se tranquilizó al percibir un rastro conocido. Se giró y vio a Dante y Colmillos junto a otras dos chicas. Ellos al verla se acercaron alegremente junto a las chicas.

-¡Gaya! ¿Qué haces aquí?- preguntó emocionado Colmillos.

-Mi madre decidió traerme aquí después del incidente del cazador. Dijo que estaría más segura aquí que en el bosque. ¿Y vosotros? No sabía que estudiabais aquí.- dijo alegre.
Ambos chicos se rieron.

-No sólo somos lobos salvajes, también somos "perfectos" alumnos disciplinados que estudian y bla bla bla... -dijo Colmillos. Todos empezaron a reír.

-Gaya estas son Lina y Elvissa, Lina es una sirena y Elvissa una ninfa. Chicas, ella es Gaya, la loba blanca de la maldición. -dijo Dante. Las tres chicas se observaron con curiosidad.

-Encantada, yo soy Lina. -dijo una de ellas. Era un poco más bajita que Gaya y tenía el cabello de un tono azulado. Al igual que todos los seres sobrenaturales también tenía una belleza superior al resto de los humanos.

-Yo soy Elvissa, la ninfa... -dijo tímidamente. Era igual de alta que Lina y era igual de bella. Su rostro era de unas facciones finas y sus orejas acababan un poco en punta. Su piel era parecida al color de la crema y lucía una melena larga de color verde. Gaya se observó disimuladamente, ella era más alta y robusta que ellas lo cual le sentó mal. Ella tenía el pelo corto y castaño, "soso" comparado con el de sus amigas. Colmillos adivinó sus pensamientos pues dijo: -Hoy te ves preciosa Gaya...- tímidamente. Gaya lo miró agradecida. Sonó el timbre que daba comienzo a la jornada. Los cinco se dirigieron a la puerta alegres. Antes de pasar por la puerta, Gaya se giró y contempló el bosque al horizonte, su parte lobo protestaba por no salir.

Las tres colinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora