IV. Naranjo: (Juicy Oranges) W533

232 56 1
                                    


—¿Sehun-ah? —se escuchó de pronto un murmullo tenue, rompiendo el silencio holgado sostenido por corrientes de aire, del fuego sardónico y majestuoso de la gran chimenea de la casa de los Oh.

Kyungsoo tenía sus ojos fijos en la nada, en sus pensamientos y en las llamas oscilantes que daban paso a ilusiones surrealistas y a una gama de grises desde el negro carbón hasta el albo luminiscente.

El aludido en ese momento alzó la vista del aparato en sus manos para mirar a su mayor con cejas interrogantes. Kyungsoo no necesitó verlo para saber que tenía su atención.

—¿Cómo luce el naranjo?

El silencio gobernó de nuevo, y Kyungsoo creyó haber escuchado un gemido ahogado a su lado, cuando Sehun apretó los labios en línea recta, dejando caer sus manos desganadas y su teléfono sobre su regazo.

—Hyung, sabes que no me gusta que me preguntes este tipo de cosas, me pone nervioso.

Kyungsoo soltó una risa por debajo desviando sus ojos hacia el menor. Adoraba su sinceridad casi impertinente. Nunca había doble intención en él. Era burdamente claro.

Sehun, entonces botó un suspiro, y rascó sus rostro con desgana, al parecer, pensando en alguna buena respuesta.

—Uhm, no lo sé, ¿como las naranjas?

—Las mariposas, las zanahorias, las amapolas, los atardeceres, el color de las hojas en otoño, todos son naranjas. Hay muchas cosas —habló una nueva voz cargada de infantilismo y presunción, que se acercaba a pequeños saltos alegres con una sonrisa adorable pintada en los labios. Zitao—. Incluso el fuego de allí lo es —mencionó señalando la hoguera tras ellos y se sentaba junto al menor.

Kyungsoo volteó a ver las flamas abrigadoras de piel que lo sedujeron hace un rato, y frunció el ceño sin comprender.

—Sehun es un idiota hyung, pregúntame a mí —concluyó el más alto desbordando orgullo y grandeza, haciéndolo merecedor de un golpe por parte del menor, y de una risa melodiosa del más bajo.

Los menores comenzaron a agitarse y golpearse de forma juguetona, mientras soltaban risas exageradas y discutían si debían salir y jugar basketball fuera, a pesar del invierno hostil y que fuera el frío rompería sus huesos.
Kyungsoo pensó en que tal vez ellos no sentían lo gélido del clima como él; ellos siempre miraban hacia adelante, como si no existiesen obstáculos, a veces imprudentes e infantiles, pero que lograban contagiarlo con ese efecto vigorizante que irradiaban, queriendo ir con ellos.

Fue ahí cuando recordó: «El naranja es un color cálido, vibrante y extravagante. Transmite energía combinada con diversión. Es el color de las personas que toman riesgos, son extrovertidas y desinhibidas».

Allí estaba. Siempre estuvo en sus narices.

Kyungsoo entonces, soltó una enorme carcajada, provocando que ambos chicos volteen a verlo atónitos por un momento, sin embargo, sólo lo ignoraron de nuevo cuando Tao gritó: — ¡Quiero comer naranjas! ¡Vayamos a comprar Sehun-ah!

El mayor volvió a reír animado por la ironía.

—Hyung, pareces demente riéndote así —siseó el menor con diversión, cuando se levantaba e iba por su abrigo—. ¿Quieres naranjas tú también, hyung?

El mayor negó con su cabeza, trazando esa bonita sonrisa en forma de corazón en sus labios.

—No te preocupes, ya tengo dos.





Monochrome Rainbow » KyungSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora