Bella obsesión

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Ahora camino sin una razón, sin un propósito claro. No siempre fue así; kathe es el amor de mi vida, desde la primera vez que la vi hace 25 años, supe que debíamos estar juntos. Labios rojos, piel canela, larga cabellera, caderas de ensueño, y sonrisa de princesa. Sí, ella debía estar conmigo hasta el fin de mis días. Pero todo en la vida no es color rosa saben, le enviaba cartas, la adulaba, compraba libros para darle de regalo, le llamaba, y demás cosas cosas que haces al perder la cabeza por alguien. En todas y cada una de mis acciones ella me rechazó; constantemente me miraba al espejo, trataba de hallar el por qué de tanta evasión, de por qué de su indiferencia total. Enloquecía , pasaba horas enteras viéndome como un monstruo que no merecía nada, de hecho así fue por un tiempo. Pasaron los años y yo la veía con los mismos ojos, e irónicamente ella me seguía viendo igual. Conocía toda su rutina:
A las 5 de la mañana, se levantaba, hacia una hora de ejercicio, luego se duchaba, preparaba el desayuno y alas 7;30 en punto de lunes a viernes solía salir, tomar el bus e ir a trabajar a una multinacional de autos. Almorzaba a las 13 horas, siempre incluía remolacha en su almuerzo, y sin excepción bebía dos vasos de agua. A las seis de la tarde tomaba el bus y regresaba a casa, cenaba algo ligero, leía hasta pasada las nueve de la noche, se duchaba y a dormir. Me intrigó siempre el hecho de que solo veía algo de televisión los fines de semana. Algunas veces la seguía y fingía encontrarme con ella por casualidad; eran mis momentos, los màs felices, algunas veces apenas me saludaba, otras veces cruzábamos algunas palabras. Estoy seguro que empezó a sospechar de nuestros encuentros casuales, ya que mis ganas de verla aumentaron, desencadenando màs y mas encuentros casuales. Notè su mirada de temor, el nerviosismo en su voz, y aunque jamas le haría daño, cierto jueves, de cierto agosto, de cierto año, nos encontramos por coincidencia, juro ante Dios que así fue, al verme huyó en dirección contraria, estaba espantada, y traté de seguirla, para explicar que no la lastimaría, pero ella cruzó la calle a toda prisa, y sin posibilidad de reacción un autobús la envistió. Murió al instante, allí quedó tendido mi amor, y aunque todo mundo solo vio a una chica imprudente que se cruzó sin precaución, yo sé que decidió quitarse la vida antes que volverme a ver. Ahora camino sin rumbo, no sé que hacer, pasé mi vida observándole, y ahora no hallo solución a este conflicto interior que me sofoca, que me impide avanzar.

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