De Camino a la luna.

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La extravagancia de aquel tontuelo no tenía par; se caracterizaba por ese sarcasmo molesto que sacaba de casillas al màs paciente. Jamàs le importó lo que los demàs pensaran, siempre activo y sonriente no tenía problema en permanecer solo si era necesario. Muchas personas lo encasillaban, los prototipos son el alimento de los mediocres, aquellos seres que no ven sino lo que el montón ve, son estos precisamente los que muy sutilmente lo llamaban "rarito" él sabía, no le importaba, su mente constantemente divagaba entre la ls ilusión y la realidad. Lo que ocurre es que mi camino es hacia la luna, yo, yo voy de camino a la luna, siempre se oía esa respuesta. Muchos desconcertados afirmaban como siempre sin argumentos, que la locura lo había invadido, que su mente estaba fuera de lo normal. Pero su madre muy en el fondo conocía el origen de tan extraño comportamiento. En gélidas noches, de hace años atràs, quizà màs de los que debìa recordar, ella su madre, la que entonces era una niña, solía salir al patio de su casa y de la nada expresaba y daba gracias a la luna; hablaba hasta bien entrada la madrugada, y finalizaba con una enorme sonrisa. Era de esas cosas màgicas y etéreas. El tiempo pasó, la niña creció, y de la luna se olvidó. Es triste sopesa ella, pués jamàs debió apartarse de su lado,
El temor al que diràn hizo de ella un ser egoista que ignoró aquello que por derecho le correspondía. Renunció a su esencia. Ve a su hijo y llora de alegría, pués él va de camino hacìa la luna, y ella no lo puede acompañar.

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