Nostalgia de último momento

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      Sigo impactado por la experiencia particular de esta pareja. Antes su comportamiento era nocivo y se rompía antes de empezar. Matheus siempre tuvo ciertas dudas sobre Monique, pero veo que ese pensamiento se esfumó. Ella cambió y él también.

Mathilde los veía desde lejos, besarse de una forma lujuriosa. Ella se preguntó que había visto su amiga para querer engancharse románticamente con el maquiavélico de su hermano. Ella hablaba ofuscada mientras se acercaba al pecho un tupperware con ensalada Waldorf y le daba un sorbo a su cerveza, que la hacía pasar por jugo de manzana en una botella de plástico transparente. Mientras comía observaba el espectáculo con una cuota de mordacidad, aprovechando de el jefe no volvía hasta las dos de la tarde.

La presencia de Boyd ya no lo incomodaba a su hermano, sin lugar a dudas. Sin embargo ella fue condescendiente mientras aguantó y se retiró al baño como un escape seguro para seguir bebiendo su sopa caliente.

Ni bien volvió del baño, Patty encendió la radio. Sin premeditación, más bien para evitar girar la cabeza en dirección a Matheus, se sentó y comenzó a leer una revista People. Hasta yo me di cuenta que tenía una crisis de ansiedad.

—¿Quieres café? —le ofrecí, mientras me servía una taza.

—Siii —siseó, como quejándose desconsolada.

Extendió sobre la mesa un pequeño trozo de toalla color azul y apoyó sus manos.

—Boyd, intenta no mirarlos —dijo Mathilde con una mirada ávida.

—¿Por qué? —replicó, contemplando a los enamorados con cierto arrobamiento—. Cada uno sabe donde gastar sus alfileres.

—Por Dios, Nena, parece que tu mirada se clava como puñal —repuso Mathilde riendo.

Subió el jefe y con su voz objetiva abrió las ventanas de la realidad. Matheus corrió hacia el baño escondiendo una ligera erección, mientras que Monique disimulaba.
Fui hacia el baño para hablar con él y le dije:

—¡Matheus! —dije contrayendo levemente el entrecejo—, el paragua no te pescó con las manos en la masa por una mínima de segundo.

Lo sé, ¿podrías hacer un sonido de pájaro la próxima vez, no? —dijo el rubio en un tono de reprensión.

—Pues si lo haré...El paraguayo no es muy razonable. No quiere parejas, es una política de trabajo —dije con voz áspera.

—No quiero que me atrape con Monique —añadió con turbación, con el rostro pálido.

—Apenas pude gritar tu nombre.

—Yo me asusté tanto que pensé que me iba a caer al piso desvanecido —dijo el rubio secándose las manos con una toalla de papel.

Observaba el bulto en sus pantalones, el rubio movió los ojos y alargó su mano para abrir la puerta. Hubo una pausa angustiosa y con la voz temblorosa dijo:

—¿Cuándo se casan por civil?

—Este viernes a las doce del mediodía —anuncié.

—¿Es posible que nos dejen salir un momento para ir al registro civil? —exclamó con un ahogada voz.

—Solo vos, recuerda que sos uno de los testigos —vociferé mientras me alejaba a mi oficina.

Los Deseos de Demetrius    (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora