RDS03: El sonriente

5 1 0
                                    

No sé cuánto tiempo habrá pasado. Sigo sentado en... mi cama.

Veo todo lo que hay en el cuarto, observo con detenimiento cada cosa, cada adorno, todo, pero no logro recordar nada. Me levanto de la cama y camino por todo el cuarto, me acerco al ropero y lo abro, para ver lo que al parecer es mi ropa, pero no reconozco nada por más que levanto prenda tras prenda frente a mis ojos. Me giro y veo una diana con unos dardos magnéticos puestos, y con estos se encuentran sujetas unas fotos en secuencia a las que acerco la vista bastante. En una tira puedo ver que estoy yo con varios amigos, entre los que está Javier... siendo éste el único al que identifico, los demás no dejan de ser unos completos desconocidos para mí. En la segunda tira de fotos me encuentro yo y una chava, primero los dos juntos mirando a la cámara, luego ambos con los rostros paralelos y bastante cerca, y por último, ambos totalmente girados al otro dándonos un gran beso en la boca. No logro identificar a esa chava, ni siquiera se parece a la que vi en mi cabeza justo ayer.

Me alejo de golpe de la diana y camino hasta el escritorio, donde cojo artículo por artículo y lo sujeto con fuerza frente a mi cara, para darme cuenta de que no me provoca ningún recuerdo y lo lanzo a su lugar, dejo el escritorio y voy al ropero, entonces cojo un cubo de rubik (3x3x3) y lo pongo justo frente a mis ojos, apretándolo tanto que parece que se va a deshacer, lo suelto y cae al piso, cojo otro cubo (4x4x4) y hago lo mismo, pero con este empiezo a golpear mi cabeza con él esperando que surja un maldito recuerdo, pero nada pasa. Golpeo cada vez más fuerte hasta que me harto, comienzo a lagrimar y lo lanzo contra el piso para destruirse por completo, cayendo piezas del puzzle por todas partes del cuarto.

Completamente frustrado, cojo un sable de mi espalda y comienzo a destruir cosas aleatoriamente, de repente recuerdo que tengo el segundo sable y lo cojo de la mochila con la mano izquierda, sigo destruyendo todo, el escritorio, el ropero, el librero, todo cae, las muchas cajas que había encima del ropero caen en cascada mientras éste se colapsa. El suelo está lleno de basura inservible que no reconozco, miro por todas partes buscando algo, lo que sea que me diga algo acerca de mí, pero al no encontrar nada mi tensión aumenta, siento que quiero salir fuera y matar todo zombi que me encuentre, pero solo encajo ambos sables en el colchón de la cama, para quedarme sollozante sobre ésta.

Javier, quien al parecer solo se había quedado mirando, se acerca a mí y me toca el hombro, vuelvo a mirarle y él nota mi desesperación, pero antes de que pueda decir nada, un gran sonido en la calle hace que nos pongamos alerta, Javier corre a la puerta y ve a muchos zombis empujando el barandal, tantos que hasta él se asusta. Rápidamente me levanta y veo que no sabe a dónde ir, por un instante ambos nos sentimos atrapados, pero así como una chispa acciona todo un polvorín, un recuerdo vago de esta casa me cambia completamente el panorama, seco mis lágrimas y regreso ambos sables a su respectiva vaina, entonces comienzo a caminar y Javier, extrañado, me sigue. Salgo al patio y veo una pared caída al final del pasillo, escuchamos que el barandal ha cedido y seguimos caminando. Cuando llegamos al patio vecino y nos disponemos a salir por el pasillo de éste, resulta que está repleto de zombis desde la calle, regresamos pero vemos que desde dentro de la casa están empujando la ya destruida puerta.

Nos encontramos atrapados, Javier por poco comienza a correr, pero me llega a la mente una idea para llegar al techo, apoyo manos y pies en ambos muros del pasillo y comienzo a subir tan rápido como puedo y Javier me imita y llega de inmediato. Mis manos arden mogollón pero no me importa.

Cuando estamos arriba, podemos ver el grupo de zombis que han llenado el pasillo por completo. Estamos cansados y el sol no ayuda para nada. Nos levantamos y vemos hacia todas direcciones pensando en a dónde podemos ir, nos damos cuenta de que es bastante tarde, falta poco para que se meta el sol, entonces Javier ve una construcción a medio terminar a dos casas de distancia, entonces comenzamos a saltar de techo a techo, Javier siempre va primero y se encarga de cuidar que yo pase. Sigo sintiendo un leve dolor en el tobillo, pero es soportable.

Zombivlog: Los recuerdos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora