RDS02: Ningún recuerdo.

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Ha sido un largo día, lo único que me dediqué a hacer fue ver a Javier moviéndose de un lado a otro. Por momentos me dejaba solo en la casa, no estoy seguro de si en realidad se iba a otro lugar, pero con el silencio que se respiraba en esa pequeña casa me sentía tranquilo a la vez que impotente de recordar a penas nada lo que me pasó, o por lo menos quién soy.

Me paso todo el día pensando, tratando de recobrar cualquier pequeño indicio que me diga algo sobre mi pasado, pero siempre que comienzo a ver algo, no puedo más que preguntarme una y otra vez si es un recuerdo o solo un simple producto de mi imaginación.

Sigo y sigo sin obtener nada; por momentos me frustro más al momento de que las lágrimas luchan por salir de mis ojos. Llega el momento en que casi suelto un gran grito para desahogarme, sin embargo solo logro soltar un breve grito ahogado al piso, hincado, casi tirado en el piso, que acompañado de pronunciadas venas en mi cuello ponen nervioso a Javier que me mira de pie, mudo, sin palabras para lo que ve.

Dejo de mirarlo directo a los ojos y giro la vista lentamente para comprender lo que me está pasando. Tallo mis húmedos ojos y me levanto hasta sentarme de nuevo en el sillón.

Javier se acerca a la mesita plegable y deja sobre ésta unos paquetes de comida, una lata y un zumo de uva pequeño, como de 400 mililitros.

No pierdo la vista de la comida mientras mi estómago da rienda suelta a su alego por dejar de estar vacío. Siento la mano de Javier en mi hombro y lo miro fijamente, puedo sentir su mirada compasiva y tranquilizadora, como si me dijera en la mente que él me cuidaría.

Javier entra a su cuarto mientras giro mi vista y el resto de mi cuerpo hacia la comida. Ataco los paquetes, de frituras, frutos secos y demás, uno a uno sin discriminación hasta solo dejar dos paquetes con un pastelito cada uno. Arranco con violencia la tapa de la lata y veo que es arroz con elote.

Curiosamente puedo recordar los nombres de todo lo que estoy comiendo, sin detenerme a pensar en ello. Abro el bote de zumo y doy un largo trago, ese trago ha hecho que me sienta muy bien, estoy tranquilo y calmo mis ansias. Continúo vaciando la lata poco a poco entre tragos.

En cuanto termino con la lata abro un pastelito, todo cubierto con chocolate, siento cómo cada bocado se derrite en mi boca haciendo que todo pensamiento que tengo deje de hacer ruido y toda mi mente se concentre en su sabor. Termino el pastelito y abro el otro, parece simplemente pan dulce y ya. Lo pruebo y de una mordida a otra el placer se convirtió en asco, escupo el pastelito mientras llega a mi mente la imagen de un rostro femenino, una chava muy guapa de cabello rizado con lentes, un tanto borroso. Esa imagen pareció un leve chispazo en mi cabeza en el que sentí que no estaba en este lugar sino en otro. -¡Joder!- Sigo escupiendo y me duele la cabeza un poco. –Me cagan las pasas.

Sobo un poco mi cabeza mientras mi boca sigue asqueada, me tranquilizo y dejo el pastelito, que al parecer aplasté muy fuerte con la mano, sobre la mesilla y me levanto para alejar la mesilla del sillón y apago la luz.

Me recuesto en el sillón, mirando a fijamente a mi amigo, el techo, durante un buen rato, pensando en esa imagen que vi. Ese instante se sintió tan real, casi como si me hubiese teletransportado ahí, solo que sin saber dónde era o cómo lucía el lugar, solo recuerdo el rostro de esa chava mirándome con una clara sonrisa.

Javier me despierta moviendo mi brazo sin haberme percatado de que haya pasado el tiempo, simplemente cerré los ojos y desperté descansado, con la habitación iluminada por el sol y una mesita con una sopa ramen encima. Como la sopa tranquilamente mientras Javier prepara algunas cosas, acabo de recordar que hoy iremos a mi casa.

Zombivlog: Los recuerdos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora