Eran las 7:30 am, y como de costumbre, mi despertador comenzó a sonar.
—Hm. . .—bufé entre las sábanas mientras sacaba mi pálido brazo para alcanzar aquel objeto causante del ruido infernal que despertaba a ésta adolescente promedio, es decir a mí. Seguido de esto, me senté al borde de la cama aún con los ojos entrecerrados, bostezando mientras estiraba ambos brazos. Al levantarme conseguí abrir ambos ojos un poco más, frotando el derecho con suavidad. Comencé mi camino hacia el baño, tenía que tomar mi ducha rutinaria antes de ir al colegio.
Al entrar al baño, abrí la llave para que comenzara a salir agua tibia del grifo. Me saqué la ropa que llevaba y la dejé en el suelo sin preocuparme por levantarlo. Antes de entrar a la ducha me miré al sucio espejo que estaba sobre el lavamanos, —Qué asco— pensé, para después entrar a la ducha.
Tomé un baño rápido, por ende no me costó mucho tiempo alistarme para el colegio. Mi uniforme es algo sencillo, blusa blanca algo percudida, falda escocesa roja, calcetas blancas y zapatos negros; pero tengo que llevar un estúpido moño rojo en el cuello de la blusa, por suerte la mayoría del tiempo suelo usar suéter así que no se nota demasiado.
Al bajar de mi habitación encontré a mis padres cómo todos los días. Mi padre sentado en la mesa de la cocina leyendo el periódico, y mi madre lavando platos, ambos fumando desde temprano.
—Buenos días—saludé sin muchos ánimos, como acostumbraba.
—¿Ya limpiaste tu habitación?—cuestionó mi madre con frialdad.
—No—contesté de la misma manera— Carajo, lo que me faltaba, recién amanezco y ya me está molestando—pensé mientras fruncía el ceño.
—Deberías, no haces nada de provecho nunca—antes de que pudiera contestarle a mi madre, el bus escolar anunció su llegada sonando el claxon. Sin decir nada más me di la vuelta y antes de cerrar la puerta escuché la gruesa voz de mi padre con su rutinario "Sé buena". Claro que lo soy, los demás son unos malditos conmigo, eso es lo que pasa.
Subir al bus escolar era entrar al transporte hacía el infierno, ahí estaban todas las personas que odio. Es porque simplemente los odio a todos. Menos a una persona, mi mejor amigo, Leonard, de estatura alta, complexión delgada y tez morena. Amaba su cabello por lo rizado que se le veía cuando lo dejaba crecer por varias semanas.
Me acerqué hasta el último asiento, justo donde estaba él leyendo algún libro que tenía que ver con cálculos y física.
—Hey, Leo—saludé sentándome a un lado de él.
—Hey, ¿Qué tal, pequeña?—me saludó de vuelta sin despegar sus ojos de su libro.
— Lo de siempre.
—¿"Limpia tu habitación"?—cerró su libro no sin antes colocar su separador en la hoja que se había quedado para continuarlo después—¿"Sé buena"?—añadió.
Sólo encogí los hombros, y Leonard simplemente sonrió. No es un chico de muchas palabras, de hecho casi nunca habla, pero siempre me escucha sin molestia.
Al llegar al infierno, o como otros lo llaman: colegio, bajé del autobús detrás de Leo y caminé a su lado mientras hablábamos de cosas sin sentido como el nuevo videojuego que salió, o la serie de temporada. Y de la nada, se atravesó en medio la imbécil de Katherine, la chica más popular de la escuela ¿Y cómo no iba a serlo? Su cabello rizado y color chocolate que tenía un degradado natural de raíz a puntar, era perfecto, pero los kilos de maquillaje en su cara la hacía lucir espantosa, no sé cómo todos la podían idolatrar.
—¿Me dejas pasar? —cuestioné sin querer que me escuchara.
—¿Por qué debería, inadaptada?
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【Declined】
Teen Fiction¿Alguna vez han sentido que no encajan en algún lugar? Bien, pues suele sucederme muy a menudo. Desde el momento que despierto, hasta la hora de dormir, incluso en mis peores pesadillas, no encajo en ningún lugar. Detestada por mis padres, compañer...