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Me quedé atónita por unos segundos, para después darme la vuelta y seguir caminando.

—¿Ali?—me siguió los pasos—¿Todo bien?

Usualmente suelo voltear a verlo pero me sentía tan insegura de todo, de mí, de Leo. Todo se rompió por un momento; mi corazón, mi mente, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, de manera que me hizo dar un fuerte suspiro.

— Estaré bien —fue lo único que pude decir, para posteriormente salir corriendo a allí. Huí, como suelo hacerlo, lo más rápido que mis piernas me lo permitían. Mi llanto se intensificó, vaya que sí quería huir de todo, y de todos.
Llegué a mi casa, entré corriendo hasta mi habitación evitando cualquier tipo de contacto visual con mi madre.

Me metí al baño y continúe llorando mientras me quitaba hasta mi última prenda.
—¡Oh, Vamos! ¿Esto era realmente necesario?— Exclamé para mi misma mientras golpeaba la pared, seguía gritando mientras pasaba de la pared a mis piernas, y por último a mi rostro.
Primero eran bofetadas en mis mejillas, pero avanzaron a ser con el puño cerrado. Me golpeaba donde podía, piernas, rostro, brazos, estómago. Estaba devastada, harta, arruinada, destrozada.

Y creí que nada podía empeorar, pero vamos, siempre empeora.

Mi madre abrió la puerta de golpe—¡¿Qué es todo este escándalo, Alice?!—me jaló del cabello y me tiró al suelo—¡¿No puedes desaparecer y ya?! ¡Cállate! ¡Cállate! Sólo molestas, una y otra, y otra vez ¿No has tenido suficiente de hacerme la vida una mierda? Por tu culpa tengo esta vida asquerosa casada con un tipo que ni siquiera un trabajo estable tiene, todo es tu culpa y aún así lo sigues arruinando—me dio varias bofetadas y salió del baño.

Ya ni siquiera estaba llorando, estaba en algún tipo de shock. Eso había dolido más que lo de Leonard, quizá. Después de aquello sólo me fui a dormir, sin pensar en nada más, sin sentir nada más.

A la mañana siguiente ni siquiera tomé mi rutinario baño, ni logré comer nada, sólo fui a la escuela, con la esperanza de que al menos Scott me alegrara el día. Al llegar vi a Leo tomando la mano de Kath, mientras ella anunciaba feliz su reciente relación.

—¡Ali! Nena, qué bien que llegas, preciosa—exclamó Kath acercándose a mí mientras arrastraba a Leo con ella.

—Hey, felicidades, ayer los vi por casualidad en la. . .—tragué saliva —En un café de por ahí.

Kath sonrió de oreja a oreja—¿Ah, sí? Escuchaste eso, tarrito de miel. Nos vio cuando me declaraste tu amor—le dio un pequeño beso en los labios.

¿Celosa? No, no es eso. No creía que Leo fuera el tipo de persona que estuviera de pareja con esa víbora. Ugh, esto apesta.

—Bueno, si me disculpan, tengo clases—los rodeé y caminé hasta mi clase, con un enorme nudo en mi garganta. ¡Por favor, Alice! Debes ser fuerte.
Me odio, me odio, me odio, me odio.
Me desvíe y fui al baño, no podía aguantarlo más, mis lágrimas no dejaban de salir.
Mis ojos ardían.
Comencé a echarme agua en el rostro.
Mi mochila se cayó, y algunas cosas se salieron, cuando me agaché a recogerlas me di cuenta que mi bolsa de colores se había roto a causa de la navaja del sacapuntas, el cuál, se había roto también.
Bufé.

Escuché que alguien entraba así que velozmente me metí a uno de los baños.

—A-Auch— Me había cortado un poco la mano con la navaja, y todo por las prisas. Me sequé las lagrimas con las mangas de mi suéter y me quedé callada.

—¿Escuchaste? Dicen que todo el teatrito de novios es una mentira—abrí los ojos como platos al escuchar aquello.

— Agh, sí. ¿Kath siendo pareja de un estirado como Leo? Obviamente tiene que ser mentira todo—me asomé por la ranura que quedaba entre la puerta, la última chica que habló estaba colocándose lápiz labial rojo cereza.

Guardé todas mis cosas en mi mochila y salí del baño. Las dos chicas voltearon a verme y después me ignoraron, yo me lavé las manos y salí de ahí sin decir nada más. ¿Será verdad lo que ellas habían dicho? ¿Realmente era todo una mentira? Mi mente se llenaba de tantas preguntas sin respuesta. Y eso realmente me frustraba demasiado.

Cuando llegué al salón de clases todos murmuraban sobre la supuesta nueva pareja de la escuela, qué fastidio. Me coloqué mis auriculares y una vez más, no escuché nada de la clase. En el receso decidí que era mejor ir a la enfermería y pedir una camilla para recostarme.

Abrí mi mochila en busca de un buen libro para concentrarme en algo que no sea mi estúpida existencia y la navaja del sacapuntas cayó al suelo. La tomé con mucho cuidado y la miré detenidamente. ¿Qué pasaría sí. . .?

¡No! Alice ¿Qué pensaría Scott? Pensaría que estoy loca, mal de la cabeza. Tendría que ser en un lugar que él no me viera. Tomé mis cosas y con la navaja en mano, me levanté de la camilla y entré al baño de la enfermería.

Bajé mis pantalones y me senté en el retrete, miré mis muslos y respiré hondo, sabía que esto dolería, ni siquiera sabía porqué razón exacta lo hacía, sólo sabía que mi mente estaba bastante cansada de todo como para pensar en qué era lo que estaba haciendo.
Sólo pensaba en desaparecer, y cuando me di cuenta, ya tenía tres cortes en mi muslo, no muy profundos pero lo suficiente para hacerme sangrar un poco. Envolví la navaja en un pedazo de papel higiénico y también me limpié un poco la sangre.

Subí mis pantalones, guardé la navaja en la mochila y salí de ahí, sin darme cuenta sólo faltaba una hora para salir de clases, decidí irme temprano. Iba caminando hacía mi casa cuando recibí un mensaje de Scott.

"¿Dónde estás, Alice? Deja de saltarte las clases"

Suspiré. ¿Debería contestarle?

No.

Seguí caminando, mala idea. Me ardían horrible mis heridas, ¿Cómo se me ocurrió semejante estupidez? Cuando vi un lugar para sentarme no lo dudé dos veces, era una parada de autobús. Respiré hondo y sentí la brisa de Enero hacer volar mi flequillo. . . Sentía como la sangre se secaba y mis jeans se pegaban con mi piel, eso iba a doler. Pero ya me acostumbré a ello ¿No? A que duela.

Todo duele siempre, es decir, las peleas entre Ángel y mis padres, la partida de él, que me dejara sola con ellos, que no cumpla sus promesas, las mentiras de Kath, la traición de Leonard. . .Todo duele.

Quizá que la ropa se me pegué a la piel por la sangre seca no duela más que todo eso.

—Dígame, Señor mes de enero ¿Cuándo terminará este infierno que se hace llamar vida?

【Declined】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora