Una esperanza compartida.
Aquel año, una amistad prosperó pese a las adversidades y prejuicios de la crítica social, y diez meses después, cuando los gremios de comunicación se retiraron, Guillermo y Lionel por fin gozaron de un ambiente sano, la estabilidad fluyó como agua de manantial: dulce y purificadora. Entonces, un nuevo fervor brotó desde lo desconocido, con distintas emociones y sentimientos más allá de la atracción. Un cariño laudable, místico, sublime.
Lionel aceptó ese destino, pero Guillermo no correspondió por temor; por esta razón, Guillermo encerró sus sentimientos en una jaula y Lionel nunca reveló esa hermosa ilusión.
El tiempo avanzó precavido, soñador. La selección mexicana y la selección argentina nuevamente formaron parte de la Copa Mundial de Brasil, y esta vez, Guillermo protagonizó los encuentros y Lionel, como capitán albiceleste, los dirigió a semifinales. Francia se llevó la copa, pero Messi se ganó un tesoro más valioso. Una esperanza compartida.
*
Río de Janeiro. Una enorme ciudad brasileña, famosa por sus hermosas playas, extensas favelas y costumbres; en efecto, como el estridente festival del Carnaval. Extravagancia, samba y cultura musical. La ciudad costera del Cristo Redentor. En ese lugar, el apego de Guillermo y Lionel trascendió. La noche brindó atenciones y oportunidades, por ejemplo, distrajo a Neymar, calmó la marejada y adornó el cielo con la luna y las estrellas. Un momento adecuado, tal vez, irrepetible.
Lionel estaba sentado en la arena blanca, enterrando sus pies y apreciando la bonita panorámica del mar. Guillermo se acercó luego, sentándose a lado. Contemplaron la calma, el sonido del mar, lo íntimo. Eventualmente, Guillermo se confesó.
—Lionel —Voz firme, sobriedad, confianza.
—Dime —respondió la perseverancia, la espera.
Guillermo llenó sus pulmones de aire fresco, apretó los labios y calló. No obstante, estrechó la mano de Lionel, afectuoso y persistente. Dio un apretón: una señal, una respuesta que escandalizó las emociones de Lionel.
—Está bien si no sientes lo mismo, lo entenderé… —dijo Guillermo, su mano se alejó—. Dios mío, somos hombres, no soy homosexual, tú no eres homosexual… Lionel, lo siento. ¡Me iré! ¡Olvídalo, por favor!
—Guille, no —Piernas rápidas, mente activa. Necesitó actuar como capitán para detener al arquero—, espera, Guillermo, tranquilo —ahora de pie, Lionel se aferró a las muñecas del mexicano—. No está mal querer a otro hombre, ¿entendés? También te quiero.
—Pero Lionel…. Tú me quieres como un amigo, yo te quiero como algo más —intentó zafarse—. Por favor, suéltame.
—¿Vos sos boludo? Memo, te quiero, me gustás.
—Lionel…
—Guillermo, sos mayor que yo y aún te portás como pibito —Poco a poco soltó las manos de este—, pero lo entiendo, la gente se carga a pedo con la vida ajena y sé que tenés miedo de lo que digan.
—Sí, honestamente sí. Estoy cansado de tantos insultos, humillación pública, críticas. Incluso de amenazas de muerte. Es difícil resistir.
—Lo siento, Guille…
—Está bien… soy un guerrero azteca, debo ser fuerte y valiente.
—Como un portero —Messi sonrió, Guillermo lo imitó.
—No, como un capitán.
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Tontos & Enamorados. 「 MeChoa 」
Fanfic#MeChoa. Los versos del romance: capítulos cortos. Derechos de autor | 13/12/22