Octavo verso.

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Un amor posible y real.

En la notaría no. 16 de la Zona Franca de Barcelona se llevó a cabo una conversación entre Lionel Messi y Robert Lewandowski. Fue una advertencia para el europeo: si atenta contra la dignidad e integridad de Lionel y Guillermo, se iniciará un proceso legal. Sin cartas bajo la manga, Robert juró no perjudicar a ninguno, pero pedía, por consideración, un pago de 20 mil euros. Guillermo se negó, Lionel aceptó: pagaría por los dos, y no hubo retorno. Firmaron los papeles. Después de eso, Guillermo recibió una oferta de otro mundo: ser de nuevo jugador de Club América, y como ya suponemos, renovó el título de guardameta.

Lionel se imaginó viajando entre semana de España a Argentina, después a México y por último a España; no obstante y tristemente, una terrible enfermedad se propagó sobre los continentes. COVID-19. La epidemia de esta enfermedad fue declarada por la OMS una emergencia de salud pública. Como medida de prevención, los países cerraron las fronteras y se estableció el confinamiento de la población. La cuarentena. Lionel y Guillermo tardaron un año sin contacto físico. Inclusive, el 2021 fue atenuado por las secuelas de la pandemia.

La vida cambió.

Messi se convirtió en el jugador del Paris Saint-Germain y Ochoa, bajo juramento, en su prometido. Esto sucedió una noche de folklore mexicano: las plazas coloniales del centro histórico de Guadalajara se llenaron de mariachi, jarabe tapatío y sones jaliscienses. El tequila, el pozole y la barbacoa, el traje de charro o las mangas bombachas de los vestidos multicolor. ¡Una verdadera fiesta a la mexicana! Qué bonito es lo bonito.

Desde el balcón de una vieja, pero emblemática casucha, Guillermo disfrutaba del espectáculo de los bailarines, mientras que Lionel disfrutaba de la belleza enfrente.

—Leo, me vas a desgastar —Se giró, tomó el vaso tequilero y sorbió la bebida de este.

—Es imposible no hacerlo, sos hermoso.

—Ya lo sé, soy muy guapo.

—También sos muy bobo —Guillermo lo golpeó suavemente en el muslo derecho—. Mi amor… 

—Vos empezaste —dijo y Lionel se rió.

—Guillermo…

—Oh, no. Esto es serio —Un tumulto de preguntas ensombrecieron la sonrisa del aludido. Se puso serio y prestó atención—. ¿Qué me dirás?

Lionel no sabía si fueron los nervios los que provocaron la presión alta, o si fue la presión alta la causa de los nervios. Enderezó las piernas. Arriba, dijeron sus manos. Guillermo se aferró a ellas cuando se levantó: «listo». 

El argentino oía un zumbido cerca, muy dentro de sus oídos. 

—¿Estás bien? Tus manos están sudorosas —Apenas oyó a su pareja. 

Le dio un apretón a Guillermo, cerró los ojos y por diez segundos se dedicó a respirar con calma. Después, se manifestó la parsimonia y se eliminó cualquier señal de expectación. Lionel se agachó. Una rodilla sobre el suelo, otra arriba, sin quitar las manos y pendiente de su mirada.

—Guillermo.

—¿Lionel?

El pretendiente confesó cada idea, sueño y emoción que vivió estos años a lado de aquel hombre. Compartía los espacios, intereses y tiempos de Guillermo, y los respetaba cuando no era incluido. Jamás desconfiaba de ese amor, un amor posible y real, nunca absorbente. Era recíproco, lo sabía; y como si fuese una poema, él recitó quedito las siguientes palabras:

¿Querés ser mi esposo?

Tontos & Enamorados. 「 MeChoa 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora