35.«Rakia, enfermos y hombre-cebra»

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¿Alguna vez han tratado de subir las gradas del gimnasio en medio de un concurrido partido? De la tipo de muy concurrido. Demasiado. Bueno solo les digo que es tarea de titánica, en especial si eres mujer y estas rodeada de hombres con las manos tan largas como las de un pulpo cretino, además de estos tipos tienes que preocuparte también por las chicas desdeñosas que te pisotean o ponen el pie. Es tan difícil como entrar a la sala de cine donde reproducen cincuenta sombras. Ya se podrán imaginar la magnitud.

— ¡Rayos! — con un profundo suspiro de alivio me deje caer en el espacio libre junto a Colette — Por fin llegue.

— Con unos cuantos enemigos detrás.

Ben inclinó la cabeza hacia una mujer mayor que lanzaba una intensa mirada en mi dirección, trate de recordar si fue una de las que pisé o golpeé con mi codo. A juzgar por el muy creativo y fuerte insulto que soltó hacia mi fue mi codo el arma en cuestión.

— ¡Lo siento!— torcí la boca y encogí los hombros con mi mayor expresión de disculpa.

Lo hizo a continuación no debería ser dicho en un evento familiar por lo que simplemente aparte la mirada.

Ben y Colette silbaron por bajo con expresiones de asombro.

— ¿No leíste mi mensaje? — preguntó Colette al cabo de un instante, fruncí el ceño sacando mi celular del bolsillo.

16 45. Asientos preferenciales. Sin problemas.

— Bueno, esto hubiera sido potencialmente mas útil de ver hace treinta minutos, pero por lo menos aquí — miré mas allá de Ben medio esperando un comentario sarcástico y burlón de Walter pero en realidad no había nada, literalmente nada — ¿Donde esta Walter?

Creí que en verdad vendría.

Colette y Ben compartieron una extraña mirada.

— Llamó hace como unos diez minutos para cancelar, esta enfermo — dijo Ben, su boca en una mueca decepcionada.

— Intoxicación por camarones — añadió Colette.

— Que mal.

Una pequeña y recóndita parte en mi estaba curiosa por saber como disfrutaría Walter Hyland un partido de basquetbol; quería ver si eran de los saltaban en su asiento con cada lanzamiento o de los se mantenían con una mirada calculadora presidiendo acertadamente movimientos. Tal vez una mezcla de ambos. Un sabelotodo saltón.

Bueno, no lo sabré esta noche.

El chillido de un silbato dio inicio al partido. Waterbury contra Hartford. Las ardillas contra las águilas. Un ensordecedor abucheo se escuchó por todo el gimnasio en cuanto un chico de Waterbury tomó el balón entre sus manos. Observe, de una manera tardía, que la mayoría de los asistentes eran de la capital del estado, es decir de Hartford, a pesar de que nos encontrábamos en Waterbury.

Guau, estos chicos si que lo tienen difícil. No están jugando contra diez jugadores sino que también contra el 70% de la gradería.

Después de quince minutos las águilas iban unos buenos veinticinco puntos por encima de los locales. West Tenning, el capitán de las águilas, o como ellos lo llaman "Ten", después de anotar por quinta vez  se giró hacia un chico pelirrojo, alto y delgado, el numero 15 de Waterbury. Hizo una muy grosera y ofensiva seña con sus dedos justo en el rostro del chico.

— ¡Hey! — chillé impulsivamente, me levanté como si hubiera fuego en el asiento, ¿Que le pasa a ese idiota? ¿Y porque demonios nadie hace nada? Hacer eso claramente debe romper alguna regla. Mantuve mi ceño fruncido al volverme a sentar — Que imbécil.

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