40. «La paz mundial, ¿Quien dijo...? y bonita sonrisa »

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Es 28 de diciembre y yo digo...¡Feliz Navidad!

×××

Oh no entres allí.

No, no lo hagas.

¡Que no entres te digo!

Maldita sea, ya entraste.

Un grito escapó desde lo más profundo de mi garganta e inconscientemente salté en mi lugar provocando que el liviano sofá se volcara. Palomitas volaron por todos lados combinados con los gritos de la pantalla y las carcajadas mis amigos.

Realmente no me espera eso.

¿Quien rayos se mete en el refrigerador para matar a alguien?

Nunca volveré a ver el refrigerador de la misma manera. Jamás.

Después de unos instantes, en que cabe destacar no me atreví a mover de donde había caído  boca abajo, una mano apareció en mi campo de visión. Seguí la extensión del brazo hasta dar con la burlona sonrisa de Ben.

— No me asuste — fue lo primero que dije al estar sobre mis pies de nuevo, incline mi cabeza — Solo me... sorprendí. Son dos cosas diferentes.

— Oh, por supuesto — Walter asintió ocultando una gran sonrisa.

Ben colocó el sofá de nuevo en posición vertical y palmeó mis hombros, en un gesto de «Ni tu te lo crees». Medio sonreí hacia él, porque, en realidad sí, ni yo me lo creo.

— Yo estuve muy cerca de asustarme — admitió Colette —, Lo hubiera hecho si el tipo hubiera tenido una mascara de espantapájaros, la que le pusieron no era tan hórrida.

— No, claro, que te aparezca de pronto un hombre con el rostro lleno de alfileres y agujas de tejer no es tan horrible.

— Un hombre que antes fue asesinado por su abuelita — añadió Ben con el ceño fruncido, consternado.

— hay que admitir que tiene una buena trama — dijo Walter — Aunque yo hubiera puesto mas sangre en su rostro.

Dios no quiera que en un futuro Walter sea productor de cine, la paz mundial se vería seriamente afectada.

Me volví a sentar llevando mis rodillas hasta mi pecho y abrazándolas allí por el resto de la película, no sin saltar con cada grito y sacudida inesperada. Sentía una inexistencia presencia justo a mi espalda.

Por mi tranquilidad, pensé en perritos con vestidos rosa.

— Si me quieren un poco, por favor apaguen ese aparato infernal — rogué, desde hace ya varios minutos atrás había cerrado fuertemente mis ojos.

Lástima que los oídos no se pueden cerrar con tanta facilidad.

— Happy, abre los ojos ya terminó — aseguró Ben.

Suspire y los abrí justo en el instante en que el asesino aparecía golpeando la pantalla con su ensangrentado cuchillo. IRÉ POR TI. Repetía una y otra vez con su tétrica y pastosa voz. Poco después aparecieron los créditos.

— Se han ganado mi odio — dije, mis labios se movían de una manera totalmente desamparada.

Ellos rieron mientras yo me preguntaba como rayos iba a entrar en mi cama después de esto.

¿Que es dormir?

— Especialmente tú, adefesio malévolo — señale a Walter.

— Una promesa es una promesa — replicó él encogiendo los hombros con esa fastidiosa sonrisita.

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