Epílogo 1 Mi pequeño secreto

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En este momento estoy en un vuelo a la ciudad del Oeste, me sigue dando gracia el recordar los golpes que se dio Karolina contra las escaleras, creo que son las 10 de la mañana, si mis cálculos no me fallan y sé que no lo hacen porque... soy perfecta, bueno, como decía... si mis cálculos no me fallan, solo faltan unos 10 minutos para llegar a mi destino y verla a ella, lo sé, se estarán preguntando, ¿A quién me refiero?, pues les contare mi historia de sexo desenfrenado, barcos y put... quiero decir de Amor, desde el principio, les contaré "mi pequeño secreto".

Cuando recién llegué a la Ciudad del Este hace 15 años, Claudia ya tenía 7 meses de gestación y yo solo tenía 21 años de edad, a decir verdad no era tan genial como ahora, era algo tímida pero pasaron los meses y gracias al dinero que tomé antes de huir de mi antigua ciudad pude comprar una casa y mantenerme hasta que naciera Claudia, pero luego de su nacimiento, cuando cumplí mis 22 años y ella ya tenía 3 meses, me di cuenta que si seguía así, jamás lograría nada, además el dinero se me estaba acabando, por lo tanto, intenté hacer un negocio pero la economía no me beneficiaba en la actual ciudad, además, no me gustaba mi nombre falso, me sentía vieja y todos en esta ciudad me conocían por el nombre de "Margaret", por lo tanto, con el poco dinero que me quedaba me fui a la ciudad del Oeste, donde la economía estaba más estable y podía crear otros papeles falsos para poder residir como una ciudadana nacida en ese lugar y utilizaría mi verdadero nombre, dejé a mi hija con una prima y le pedí que la cuidara durante un par de años y yo le prometí que le mandaría dinero mensualmente, ella accedió y yo partí a la otra Ciudad.

Pasaron los dos años y no me fue tan mal, inicié una empresa con 20 empleados, nos dedicábamos a la manipulación genética, cosas simples como un gusano que brilla en la oscuridad entre otras cosas, alargué mi estadía unos 3 años más y mi empresa creció hasta convertirse en la numero uno de la ciudad y principal socio de la ciudad del Norte, tenía varios laboratorios en toda la ciudad, por suerte al cambiarme el apellido y dar por muerta a mi antigua yo, ellos jamás me reconocieron, además cambié un poco en aparecían física y en comportamiento.

Regresé a mi hogar cuando mi bebecita cumplió los 5 años, desde que ella pudo hablar yo le llamaba por teléfono o hacía video llamadas con mi prima y ella sentaba a mi hija en sus piernas para que pudiera verme, pasábamos horas platicando, entre otras cosas que me permitió estar cerca de mi hija.

Desde entonces mantenía una "Doble vida" algunos días era Margaret Rivera, la madre y ama de casa de la cual su hija no sabe en que trabaja y durante otros era Elizabeth Montes de Oca la magnate empresaria dueña de la mayor empresa de Manipulación genética, claro que con la fama vinieron unas pequeñas molestias... la competencia, todos ellos eran un montón de basura parlante... menos ella, era perfecta, tenía un cuerpo que hacía que se te callera la baba, unos ojos marrones profundos, su cabello era de un color azabache tan exquisito y lo tenía un poco más debajo de la media espalda, su piel estaba en el punto exacto, ni tan blanca ni tan morena, media 1.69 m, más o menos, yo mido 1.71 m, me gustaría ser mucho más alta que ella pero que se le podía hacer... ella solo era un año menor que yo, por lo tanto tenía unos 26 años creo.

Era una rival formidable, en cuanto a negocios se trataba, era muy buena en la manipulación genética pero no tanto como yo, después de todo yo tenía mucha más experiencia que ella, cuando nos encontramos cara a cara por primera vez en una reunión de científicos, ella era muy fría, sentía un pequeño dolor en mi corazón pero no sabía el porqué, al pasar de los años lo descubrí.

A mis 30 años, me di cuenta del amor que sentía hacia aquella mujer, me maldecía a mí misma por amarla, después de todo ella me odiaba pero al mismo tiempo me preguntaba qué sería de mi sin esa frialdad, me tomó 2 años hacerme su amiga, bueno ni eso, para ella era meramente una conocida, me dolía, sí, pero me alegraba, para mí era toda una hazaña.

Me gustaba acompañarla a eventos sociales entre otras cosas, no porque me gustara ir precisamente a convivir con esos ineptos, mi verdadera razón era alejar cualquier pretendiente y a decir verdad tenía muchos, claro que se ponía unos vestidos que mandarían a cualquiera al hospital por una hemorragia nasal nivel dios. Yo asistía con unos pantalones de mezclilla, unos zapatos normales, una camiseta negra y mi bata de laboratorio algo grande (no encontré de mi talla).

Considerando la forma inusual con la que iba vestida a esos eventos y que siempre permanecía detrás de ella fulminando con la mirada a cualquiera que se le intentara acercar pues digamos que en cuestión de unos 2 años más alejé cualquier pretendiente de ella y sembré el pequeño rumor de que ella era mi novia, claro que lo hice disimuladamente para que creyera que era un rumor inventado por algún idiota dolido.

La verdad que con mis 34 años cumplidos la suerte me empezó a sonreír, fue un gran año para mí. Toda mi fortuna creció a niveles nunca antes vistos gracias a una plantita fluorescente, lo que paga la gente por tonterías como esas, las demás empresas estaban que se revolcaban en su propia bilis y yo me podría en billetes.

Ese mismo día, ella cumplió 33 años yo me le declaré, me asegure de confirmar con unos amigos lo que ella sentía por mí, me ayudaron a darle celos claro que no con ellos, mis queridísimos camaradas contrataron a una trabajadora social nocturna para que me coqueteara muy discretamente, con decirles que si más me hace un baile en pleno restaurant, ella salió hecha una furia y yo estaba que quería llorar de la vergüenza, digamos que el hecho de que una prostituta te intente hacer un baile en el mejor restaurant de la ciudad y que la mujer de tu vida te deje la mano pintada en la mejilla no era precisamente para estar orgullosa.

La seguí por 5 cuadras hasta que ella tropezó y yo la logré alcanzar antes de que se partiera la madre contra el suelo, le dije que yo no conocía a esa mujer de nada, que solo eran mis amigos jugándome una broma.

Le estuve rogando que me creyera, con decirles que hasta le besé los pies, luego de mi drama tipo lo que callamos las mujeres la llevé a su "casa" (era una jodida mansión de dos plantas con todo incluido), yo simplemente tenía un departamento de soltera, no me apetecía gastar mi fortuna en esas cosas tan vanas, no hablamos durante todo el trayecto, cuando al fin llegamos a su humilde hogar me bajé del auto para a abrirle la puerta, antes de que lograra alejarse de mi la tomé de la cintura y la abrace por la espalda recostando mi cabeza en su hombro izquierdo, me le confesé y le dije todo lo que me había guardado por 4 años, ella no dijo nada, solo me besó la mejilla y el mentón y entró a su casa, no hablamos hasta después de 2 semanas cuando regresé a la ciudad de Oeste nuevamente, ella también me dijo todo lo que sentía por mí y al final nos volvimos amantes, pasaron 2 años más y seguimos como una pareja, estamos planeando la boda pero antes tengo que decirle a mi hija, mejor espero a que ella tenga la mayoría de edad.

En este momento ya estoy en mi apartamento con ella sentada en mi regazo, el tiempo vuela pero ella sigue igual de hermosa que cuando la vi por primera vez, no hemos cambiado en nada, ella tiene su lado tierno pero la mayoría del tiempo es muy gruñona, mi prima dice que es Tsundere pero no sé qué es eso.

-Sara, contrólate o te voy a dar duro- Ella estaba besando mi cuello mientras que yo intentaba ver las noticias.

-No seas aburrida Elizabeth, llevamos casi un mes sin vernos y yo quiero acción, mira que no tienes esta oportunidad todos los días-

-¿Cuál oportunidad?-

-La de tenerme sumisa-

-JAJAJAJAJAJA, amada mía YO siempre te tengo sumisa- Ella quería refutar algo pero comencé a morderle el cuello, lamiendo y besando, con eso era más que suficiente para tenerla rendida ante mí.

Y pensar que este sería un día tranquilo, creo que tendremos una maratón de sexo desenfrenado, lo siento mis pequeñas pero esto es demasiado bueno para ustedes, mejor vallan con Dafne y Octavia, tal vez su forma de hacerlo sea más apta para menores, ellas están en esta misma ciudad si mal no recuerdo y creo que... lo siento pero Sara ya comenzó a intentar quitarme el vestido, tengo que ponerla en su lugar.

Un postre y faltan dos... sinceramente el lemon no se me da, simplemnte no puedo y no es que sea una santa precisamente.

Mi hermosa lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora