Capítulo 2.

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Liam.

El sol estaba muy brillante esta mañana. Fui al baño a tomar una ducha con agua fría ya que, a pesar de ser temprano, sentía demasiado calor. Al principio di un brinco por el rápido golpe con el agua, pero poco a poco me fui acostumbrando ella, sentía como el frío me relajaba y abrazaba.

—Liam, voy a salir al centro comercial, ¿me acompañas o me esperas?

—Voy contigo, Ma.

—Te espero en la sala. —escuché cómo sus pasos se iban alejando.

Salí con una toalla amarrada a la cintura y comencé a ir a mi cuarto para cambiarme. Me puse unos jeans oscuros, una playera blanca y unos tenis blancos.

Bajé las escaleras y mi madre ya estaba a punto de gritarme.

—¿Listo? —dijo con una sonrisa en sus labios.

Asentí con la cabeza y comenzamos a ir hacia el auto; yo subí al asiento del piloto y mi madre a mi lado. Encendí el auto y tomé rumbo hacia el centro comercial. Después de unos minutos llegamos y bajamos.

—¿Qué vas a comprar?

—Voy al banco.

Llegamos y había algo de fila, lo bueno es que no era tan larga como otros días que pareciera que no tiene fin. Esperamos cerca de 15 minutos y ya solo estaban cuatro personas delante de nosotros. Observé cómo mi madre metía su mano en su bolso intentando agarrar algo, pero parecía que no lo encontraba ya que la movía de un lado a otro.

—Liam, hijo, ¿puedes ir al coche y buscar mi celular? Creo que lo dejé en el asiento. —me decía mientras seguía buscando en su bolso.

—Voy corriendo. —dije mientras salía de la fila.

Comencé a correr en dirección al estacionamiento. No tardé en llegar ya que el auto no estaba muy lejos. Saqué las llaves y quité el seguro a las puertas para poder abrir y buscar el teléfono. Busqué del lado del copiloto, pero no encontraba su celular así que decidí marcar el número y así escuchar en dónde estaba. Esperé a que sonara y después de unos segundos escuché que el celular estaba dentro de la guantera. Saqué el celular y colgué la llamada.

Cerré el auto y comencé a correr al banco. Había tardado en encontrar el celular así que de seguro mi madre ya habría salido del banco. Llegué y mi madre no estaba, supuse que habrá ido al auto así que regresé.

Al llegar vi a mi madre junto con un hombre que no conocía, no entendía qué hacía ella con aquel hombre hasta que divisé el arma en su mano.

—Deme todo su dinero y no le haré daño, señora. —sentí un gran escalofrío al ver como aquel hombre se acercaba a ella.

—Por favor, no me haga daño. —escuché a mi madre decir mientras lloraba.

—¡Largo de aquí mocoso! ¿O acaso quieres morir?

En ese momento mi madre volteó y me miró sorprendida.

—¡Liam corre! —gritó mi madre mientras yo solo estaba inmóvil.

­ —Despídete de tu madre, Liam. —lo escuché decir mientras se oía el disparo de un arma y fue en ese momento en que desperté cubierto de sudor frio y con la respiración acelerada.

Ojala me amaras como me odias...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora