Ojala me amaras como me odias...

Capítulo 5.

Christian.

Después de que Tanner salió con su vergüenza e ira de la biblioteca me sentí tan bien. No debería sentirme así por haberlo hecho que sufrir de ese modo, pero eso no terminaría así, quería seguir fastidiando a aquel chico de ojos azules. Sin embargo, por hoy me conformaba con esto.

Seguí leyendo aquel libro hasta que revisé la hora y quedaban solo 15 minutos de descanso, así que decidí levantarme de mi lugar y dejar el libro en un carrito de la biblioteca. Saqué mi celular y busqué una foto del horario para saber cuál sería mi siguiente clase, la foto decía que hoy empezaba mi taller. Me dirigí hacia coordinación para pedir indicaciones sobre dónde iba a ser el taller de defensa personal. Crucé el campus hasta el edificio de rectoría en donde, al llegar, me fijé en una pizarra con una lista que decía en dónde serían los distintos talleres y quiénes eran sus encargados. Buscando mí taller me encontré con el taller de música, sería en el auditorio de la escuela y la encargada era nada más y nada menos que la profesora Bellerose.

Algo que desde niño me ha gustaba era la música, en especial cantar. La verdad, ese era uno de mis secretos mejor guardados. Cuando estaba en casa me abstenía de cantar, y no porque lo hiciera mal, de hecho, cantaba bastante bien, pero mis padres, y mi familia en general, no se habían ganado el derecho de oírme. Sólo lo compartiría con alguien especial.

Sin pensarlo dos veces decidí que hablaría con la profesora Bellerose a la salida, por lo mientras seguiría con mi día de forma normal.

Seguí revisando la lista y en unos cuantos segundos observé que el taller de defensa personal se daría en la duela 2, dirigido por el profesor Daniel Evans. Corrí hasta el edificio donde indicaba que estaba la duela ya que sólo quedaban un par de minutos antes de que acabara el descanso y ya la mayoría del patio estaba vacío. Sentía como mis pulmones iban a estallar y mi garganta ardía, pero logré llegar antes que el timbre sonara. Observé el salón a mí alrededor mientras intentaba recuperar el aliento, solo éramos un total de 7 chicos (incluyéndome) y 4 mujeres. Entre ellas se encontraba una chica de cabello pelirrojo y algo largo, piel algo bronceada, ojos color miel, delgada, pero con una buena complexión física y ligeramente alta. Por lo poco que sabía, pude deducir que se trataba de Jessica Brown. Se podría decir que ella era la que mandaba en esta escuela, el icono de belleza a seguir entre las mujeres y con la que todos los hombres deseaban acostarse, según me había comentado Kevin. Comencé a recuperar la respiración mientras Jessica comenzó a lanzarme miradas atrevidas. Un poco más recuperado yo le sonreí de manera atrevida y guiñé un ojo. Estaba a punto de acercarme a hablar con ella cuando el profesor Evans entró.

—Escuchen bien jóvenes, no tolerare ningún acto sexual en mi clase, no tolerare payasadas y niñerías, no tolerare impuntualidades, lloriqueos y mucho menos pereza. Ya casi son universitarios y deberán actuar como los adultos que están por ser, cualquiera que rompa una de mis reglas quedara reprobado en el momento, ¿quedó claro? —su voz era bastante imponente, con solo verlo te inculcaba temor.

—¡Sí, señor! —parecía que éramos militares más que alumnos de preparatoria.

—Bien, hoy por ser el primer día no haremos trabajo físico, pero a partir de la próxima semana quiero que vengan con ropa de entrenamiento cómoda. Por hoy, sólo les diré los movimientos y combos que veremos este semestre.

La clase estuvo bastante tranquila por parte de nosotros, aunque bastante aburrida debo decir. Observé hacía la ventana y dirigí mi mirada al perfecto cielo azul con la sensación de que ya había visto esa tonalidad de azul en algún otro lado, pero no recordaba muy bien dónde. Estuve un rato intentado hacer memoria y cuando sentí que estaba bastante cerca de averiguar dónde vi ese hermoso e intrigante azul en el que me perdí fácilmente, sonó el timbre y me sacó de mis pensamientos.