Capítulo 7.

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Christian.

Realmente había perdonado a Liam y todas las bromas que le había hecho fueron por diversión, no por rencor, pero creo que me costaría bastante trabajo convencerlo de eso. Seguro pensaba que era mentira por la gente con la que me juntaba, o por mi apariencia y actitud. No lo culpaba, yo tampoco me creería si los papeles fueran al revés.

Me quedé a ensayar con la profesora en el salón de francés como habíamos acordado, pues seguía sin querer que nadie descubriera "esto", ni siquiera Jessica, con quien desde una semana y cacho atrás empezaba a tener algo. No éramos novios, más bien éramos como un "ligue"; la relación que teníamos no era para nada seria y tanto ella como yo lo teníamos muy en claro, pero aun así ambos nos queríamos en cierta forma. Después de un rato de varios ensayos y felicitaciones por parte de Bellerose sólo quedaban 15 minutos de descanso los cuales aproveché para beber agua y descansar un momento. Me recosté sobre una mesa cuando la maestra soltó una pregunta un tanto inesperada.

—¿Todo en orden entre tú y Monsieur Tanner? —levanté mi cabeza con una expresión de confusión.

—Sí, ¿por qué pregunta?

—Parecía algo tenso el ambiente entre ustedes dos antes de iniciar la clase, además el jeune Tanner parecía molesto con usted cuando intentaba pasar los papelitos.

—¿Escuchó algo? —comencé a preocuparme por lo que hubiera escuchado, pues saber cantar y estar en el taller de música no eran los únicos secretos que tenía que guardar en esos momentos.

—No, ¿algo que deba saber? —lanzó una mirada intrigada mientras se recargaba en su escritorio.

Tomé mis cosas y le respondí que todo estaba bien, que sólo era un malentendido entre ambos. Salí aliviado del salón y me tranquilicé al saber que ella no había escuchado nada pues toda mi vida dependía de ese "secreto".

Emprendí mi camino para mi casillero antes de que sonara el timbre para poder sacar mis cosas a tiempo. De camino fui recordando algunas bromas que le había hecho a Liam; pasé junto a la fuente y recordé como él iba pasando tranquilamente y yo lo cargué y lo arrojé, recordé que sus ojos se veían bien con el reflejo del agua, eran como un océano atrapado en sus globos oculares.

Pasé junto al bote de basura donde aventé su mochila y reí al recordar su cara de enojo. Llegué a unas bancas donde una vez estaba sentado y tiré mi espagueti sobre su cabeza y uniforme, aunque esa vez fue un accidente ya que iba pasando a su lado, tropecé y el espagueti terminó en él.

Estaba tan metido en mis recuerdos que no me percaté de que había llegado a mi casillero. Estaba feliz por esos recuerdos que tenía; sabía que se escuchaba mal que me diera risa el sufrimiento de otros, pero era divertido hacer enojar a Liam, aunque tal vez ya era momento dejarlo en paz por un tiempo.

Introduje la contraseña de mi casillero y lo abrí. De éste salió una hoja que estaba doblada por la mitad con la leyenda "ábreme", recogí el papel y lo desdoblé. Ojalá no lo hubiera hecho pues al momento que lo leí un escalofrío recorrió toda mi espalda y sentí como si alguien me estuviera observando con malicia. Moví mi cabeza en todas las direcciones para intentar ver si alguien estaba observándome, pero nada.

Estaba furioso y preocupado al mismo tiempo. Saqué lo que tenía que sacar rápido, cerré el casillero y me fui al salón de clases con una caminata rápida.

¿Cómo pude ser tan imbécil?

Había tomado varias precauciones justamente para que no ocurrieran cosas como esta. Vigilaba que nadie se quedara en el edificio, cerraba ventanas y la puerta del salón para que mi voz no saliera, pero parecía que todo había sido en vano. Observé la nota una vez más leyendo su contenido.

Ojala me amaras como me odias...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora