Disconforme

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   Conozco a Bernardo. Es mi hermano. Él nunca se suicidaría. Sin embargo esa es la historia oficial. En su funeral todos lloraban menos yo. Yo estaba disconforme, yo no iba a llorar, no estaba dispuesta a asumir mi papel en ese teatro falso del funeral de mi hermano.

   Él era un romántico. Amaba la vida, desde la suavidad de su almohada hasta el atardecer reflejado en las nubes. Desde el suave murmullo de las hojas hasta el acompasado caminar de las personas en la ciudad. Una persona así no se lanza de un edificio.

"Era un tipo muy particular", "era extraño", "un excéntrico". Las murmuraciones en el funeral me molestaban. Sí, Bernardo era un tanto excéntrico, pensaba las cosas de una forma diferente. "Imagina, Luisa -solía decirme-, tienes que encontrar al amor de tu vida entre todas las personas que han nacido en todo el mundo y sólo tus contemporáneos! Qué tal si tu verdadero amor fue un gladiador romano o un poderoso inca? El muro infranqueable del tiempo y el espacio los separará por siempre, es terrible!". Sí, un pensamiento excéntrico. 

  Esa excentricidad era suficiente para que la mayoría aceptara la teoría del suicidio. Pero yo conozco a Bernardo. Es mi hermano. El nunca se suicidaría.

  Más aún, por qué suicidarse saltando desde el septimo piso de un edificio al cual nunca habia entrado? No desde su departamento, sino que desde el edificio de enfrente. No desde la azotea, sino desde el séptimo piso. 

  Luego del funeral fuí a su departamento por unas horas. Por unas horas cada día durante un par de semanas. El lugar era completamente Bernardo, desde la austera cocina hasta las plantas y los libros. Mi hermano alimentaba más su alma que su cuerpo y su departamento reflejaba eso; completamente inhóspito para las funciones corporales más básicas, pero una delicia para la mente divagante.

  Aunque él era ingeniero, se apasionaba por la musica y las artes. Su departamento estaba plagado de libros, desde una biografía de Houdini hasta historias de ciencia ficción.

  Últimamente estaba leyendo mucho sobre arquitectura, según deduje por los libros desparramados en la mesita de café frente al ventanal.

  Probablente la taza que bebí esa tarde fue la primera que se posó sobre esa mesa de café. Seguí por varios días yendo al departamento, revolviendo cajones y encontrando notas, postales, múltiples ideas a medio cuajar y recuerdos varios de mayor y menor relevancia. Nada que cuadrara con un suicida.

  El café instantáneo se empezó a agotar y me dí cuenta que ya llevaba una semana completa visitando a mi hermano muerto cuando me vi comprando un nuevo tarro de café y algunas galletas para dejar en la cocina. Imaginé con tristeza las conversaciones que no tuvimos. Llevé las galletas y el café al departamento de mi hermano y los dejé en la cocina demasiado tarde, algunos meses demasido tarde.
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Gracias por leer la primera parte de mi historia! Hay más cosas por descubrir en el capitulo siguiente!

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