Artista

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  El edificio de enfrente no tiene nada particularmente especial. Es un edificio antiguo de unos ochenta años al menos, al igual que éste. Tiene balcones pequeños para cada departamento, igual que éste.
  El balcón es agradable, así que estoy sacando la mesita de café y me siento en el suelo a leer las notas de mi hermano. Encontré un cuaderno de dibujo. Lo encontré el primer día que fuí y no le di importancia alguna hasta que recordé, que la mujer garabateada entre los dibujos del edificio de enfrente, es la misma que está cada vez mejor retratada en este cuaderno de dibujo.
Suspiro, mirando los retratos. En algunos la mujer aparece de perfil, en otros aparece de frente. Estoy segura que ella sabía que la estaban dibujando e incluso creo que estaba posando en alguno de los dibujos.

  Ya avanzando en el cuaderno de dibujo, los dibujos de la mujer y los del edificio no solo se mezclan, se fusionan. Son el mismo dibujo, la mujer de cabello ondulado posa para que la dibujen desde el edificio de enfrente.

— Podrías habérmela presentado; ahora tendré que ir a visitarla por mi cuenta.

  Mi café se enfría mientras trato de dilucidar a cuál de los balcones corresponde el retrato. Es difícil. Hay pequeños detalles, pequeñas grietas y cableado que Bernardo no dibujó.

  Mientras bajo la taza, luego de terminar mi café, veo brevemente, en el reflejo del ventanal, a mi hermano con su sonrisa inocente, como disculpándose de no haberme presentado a su musa. Sobresaltada, miro junto a mi y por supuesto que él no está; tendré que ir a visitarla por mi cuenta.

La ventana y la cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora