Comienza como cualquier otro sábado: Whitney, su mejor amigo Jason y sus padres lanzando un viejo balón de fútbol alrededor del parque. Pero cuando su papá muere de un ataque cardíaco, Whitney no se da cuenta de que su pasión por el deporte y su...
Me sorprendió el número de personas en Clinton Central que en la mañana del lunes ya se habían enterado de que estaba saliendo con el quarterback titular de Ash Valley. Nunca, realmente, lo había visto de esa manera, pero ahora que lo hacía, me di cuenta de lo interesante que esta relación sería.
La gran revancha de Clinton Central vs. Ash Valley estaba a sólo una semana y media. ¿Seríamos capaces de superar esta temprana prueba? No sabía si quería saberlo, pero no era como si tuviera otra opción.
—¿Conseguiste engatusar a Victorino antes del gran juego? —me preguntó Trenton en el almuerzo de ese mismo día—. Ya sabes, ¿distraer su cabeza del juego? ¿Le hiciste perder el juicio?
—No —le respondí con una sonrisa—. Lo intenté una vez antes. No me funcionó muy bien. Por alguna razón, yo realmente quiero a ese chico.
Trenton sonrió.
—¿No es eso dulce? Pero estoy seguro de una cosa aquí. Necesitas ganar el juego contra Ash Valley, Whit. No creo que te guste lo que podría suceder si tienes que perder un partido tan importante por tu novio. Incluso si ganaras después de este.
Hice una mueca. No había pensado en eso tampoco. Sólo uno de los dos podía ganar. Y tenía que ser yo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No podía creer lo que estaba a punto de hacer dos noches más tarde.
Me paré frente al espejo, dando los toques finales a mi atuendo para la cena en la casa de los Victorino.
Noches como esta solían ser nada por las que preocuparse, antes. Yosolía ir allí todo el tiempo y mi madre siempre se había sorprendido cuando estaba en nuestra mesa y no en la de Jason. Todo seguía siendo muy surrealista para mí, y a pesar de que sabía que probablemente no debería confiarle lo de Jason a ella todavía, lo hice.
—Simplemente no puedo creer que Jason y tú estén juntos después de todos estos años —dijo efusivamente mi madre, que había estado sorprendentemente a favor de esto, desde la puerta. Había superado su aversión a él con bastante rapidez después de que le di la noticia—.
Sabía que los dos eran el uno para el otro. Rodé mis ojos, pero no pude dejar de sonreír, sintiéndome completamente feliz por primera vez en lo que parecía ser un largo tiempo.
—Voy a llegar tarde a casa. No me esperes despierta.
La casa de Jason estaba bajando por la calle y estuve allí en pocos minutos, de pie en el porche, tocando el timbre familiar. La puerta se abrió de golpe y Jason se paró frente a mí, sonriendo. Me dio un abrazo y sonreí.
—Me alegra que hayas venido esta noche. No estaba seguro de que lo harías.
—Jason, vamos. Soy tu novia. Tienes que empezar a acostumbrarte al hecho de que no te odio. —Él se echó a reír.