Decían que era un despiadado asesino, que nunca había amado a nadie, Sckarn el tercer hijo de Lucifer, eso decían de él en el Averno.
Él no le prestaba atención a blasfemias, este estaba volviendo de batallar en defensa del sector Este del Averno. Desde que su padre fue desterrado de tierra santa ha habido varios atentados contra el averno a manos del alto tirano.
Su madre Hell que lo esperaba en la entrada del palacio, ella era una de los ángeles que fueron desterrados durante la guerra que se dio hace varios milenios. Su cabello se tornó oscuro al perder sus divinos derechos de ángel, sus ojos se volvieron rojos como la sangre que se derramo en esa guerra.
Al ver a su hijo corrió a abrazarlo, habían pasado alrededor de seis meses desde que se fue, este la recibió en sus brazos, estaba sudado y con algunos rasguños en sus brazos descubiertos de su armadura de demonio, el cabello oscuro no tan largo se unía a la pequeña barba que rodeaba su rostro, sus ojos a diferencia de su madre eran de un profundo azul, heredados de su padre quien lo único que no cambio fueron sus ojos, pero al igual que Hell su cabello cambio.
Hell tomó ambos lados de la cara de su hijo y sin importarle cuan sudado o sucio estaba, estampó un caluroso beso en la frente de Sckarn.
-Es bueno verte otra vez madre – dijo él tan serio como siempre, tomando las manos de su madre entre las suyas. Mientras los demás soldados entraban a su alrededor.
-Bienvenido, querido. ¿Todo en orden por el Este? – se adentraron al palacio. Hell tenía algo muy importante que decirle, al igual que su padre.
-Sí, todo en orden. Y... ¿Cómo está padre? – preguntó Sckarn.
El palacio se creó a través de los años, era de gran arquitectura, con altas torres que sobresalían de sus fuertes murallas que por años desde la batalla han protegido al reino.
Hell sonreía pero al escucharlo se volvió seria, hoy era la hora de que hiciera el juramento, para cuidar al nuevo de la generación del clan D'lourdeth. Clan que se creía extinto desde el destierro de Enrico Maxwell I, del clan Maxwell. El cual solo quedaba en el lado Oeste del Averno, castigado por Lucifer a causa de actos poco razonables y actitudes no dignas de un rey, éste se encuentra encerrado en una urna espiritual.
-Él está perfecto y fuerte como siempre, además te está esperando en la sala sagrada – Sckarn la tomó del brazo para que parara.
La sala sagrada solo se usaba para tres cosas. Bodas, coronaciones y ceremonias de pactos a las cuales llamaban El Alestra. El cual consistía que un heredero del reino juraba con su vida seguida de otras normas proteger a un humano hasta que este falleciera.
Y por lo que sabe Sckarn, él no estaba comprometido con nadie y aun no sería coronado como Rey de las tierras del Averno. Así que solo significaba una sola cosa, el heredero D'lourdeth nacería esta noche.
-¿Es hora? – pregunto él buscando la mirada de su madre, ella le devolvió la mirada y solo se limitó a asentir levemente. Él se dio la vuelta cuando entraron al palacio se despidieron con una mirada de entendimiento y se encamino hacia la sala sagrada.
Los pasillos estaban silenciosos como una cripta, el olor de las velas derritiéndose bajo la pequeña luz mientras caminaba en silencio a paso firme.
El interior era de colores oscuros con decoraciones labradas en oro con altos techos que pendían de numerosos candelabros en forma de araña, largas cortinas de terciopelo rojo tapando grandes ventanales que llevaban a una vista maravillosa de largas extensiones de rosales del palacio.
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Serie Marcados Parte I: Protector
FantasyProtector, relata la historia de como Sckarn, un frío demonio que se debate entre cumplir con su deber o dejarse llevar por el amor que siente hacia su protegida; Daena una joven hechicera, que se encuentra perseguida por la obsesión y el odio de un...