Capítulo 4

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Averno, el reino que se convirtió en hogar y fortaleza de Lucifer, donde allí formó con su esposa una familia, los caídos lo nombraron su líder por ser el más fuerte y por supuesto, más sabio, desde ese momento se levantaron fuertes torres, largos pasillos y jardines, que a medida fueron haciéndose cada vez más fuertes a medida que los humanos cometían pecados o como el mismo Lucifer decía 

''...Cada vez que abren los ojos ante la divina mentira, mi reino y poder se hacen más grandes...''.

Actualmente el Rey se encontraba su paraíso personal y sobre todo favorito... bajo las faldas de su esposa...

-Podrán pasar lo años, los siglos... pero esos no te afectan amada mía – dijo susurrando mientras gateaba a horcajadas sobre su esposa.

-Después de todos estos siglos... - dijo sonriéndole seductoramente a Lucifer mientras lo envolvía con sus brazos, éste tomo el muslo de su esposa para levantar la pierna y rodear su cadera con ella – Después de todo... sigues siendo mi chico malo – ésta acaricio el rostro de Lucifer con una mano, mientras que con la otra la pasaba lentamente por el musculoso brazo de él.

-Para toda la eternidad – Acto seguido las velas de la habitación enseguida se encendieron cuando Lucifer le sonrió malicioso a su adorada esposa, para luego ver a su esposa reírse ante la travesura del Rey.

Lucifer decidió invadir la boca de Hell, en un beso profundo lleno de amor y devoción, ella fue su primera aliada en esa guerra milenaria que dejaría una gran huella por el resto de la eternidad. Por noches como esta, Sckarn tenía alrededor de 8 hermanos, Ratko el mayor, luego estaba Adeline denominada la ''Rosa más Hermosa'' seguida de Sckarn, después Kratos, el que seguía era Aldric el más rápido, Claude el honesto, que poco después tuvieron a Rina y finalmente los más pequeños los mellizos Corín y Edah.

Un avergonzado golpe toco a la puerta de Lucifer, interrumpiendo el momento de amor y pasión que tenían los esposos, Lucifer hizo caso omiso al golpe que nuevamente toco a su puerta para dedicarle tiempo al pecho de su esposa.

-Majestad, disculpe el atrevimiento, pero hay una situación que requiere su atención – dijo un guardia de la corte real al otro lado de la puerta, Hell se retorcía bajo los agarres de su esposo, mientras que el guardia seguía insistiendo – Señor... es importante, necesitamos de su atención en esto – Lucifer exasperado besó a su esposa en los labios para luego rodar los ojos y pararse a regaña dientes de la gigantesca cama, abrió la puerta y fulminó al guardia con la mirada, éste sólo se dedicó a tragar saliva nervioso, para luego avergonzarse al ver a su Rey completamente desnudo, la risilla divertida de Hell hizo presencia en tan incómodo momento.

-Más te vale que sea muy urgente, porque no querrás hacerme molestar enserio – le dijo sin inmutarse de su desnudez arqueando la ceja de manera exagerada.

-Es sobre el príncipe Sckarn, su majestad – dijo mirando directo al frente.

-¿Qué ocurre con mi hijo? – dijo dándose la vuelta para colocarse unos pantalones de cuero y una camisa de seda negra sin abotonar, observó cierta angustia de su esposa que yacía desnuda en la cama, rodeada de sabanas de seda, se acercó a ella para darle un tranquilizador beso en los labios.

-Sea o lo que sea... resuélvelo – tomó el rostro de Lucifer entre sus manos y lo miró a los ojos – Eres el rey, sé el mio y el de nuestro hijo.

-Todo estará bien, querida – le sonrió – En un momento vendré y terminaremos con esto – dijo mientras acariciaba el muslo de su esposa para luego salir de la habitación.

Camino por los pasillos tras el guardia hasta llegar a la sala principal, en ella se encontraba en un lugar alto donde después de unos escalones con una gran mesa labrada en piedra que estaba envuelta con una manta de terciopelo rojo, esa con la que estaban hechas las cortinas de todo el palacio, incluso de la capa que lucifer usaba en batalla, la sala se encontraba en completa oscuridad hasta que Lucifer ingresó en ella y cientos de velas se encendieron instantáneamente, el guardia se quedó parado en el medio de la sala, observando todo lo que su rey hacía.

Serie Marcados Parte I: ProtectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora