Capítulo 6

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No puedo creer que Viktoria siempre este buscando la manera de hacer que papá se decepcione de mí – murmuró Daena para sus adentros esperando que su madre, que se encontraba detrás de ella no la fuese escuchado mientras manipulaba los largos mechones de su rojo cabello trenzándolo rodeándole la coronilla dejando largas ondas a lo largo de su rostro para luego caer por sus estrechos hombros finalizando por su delgada cintura. 

Habían pasado ya dos días desde que Daena pasó de ser una chica a ser toda una mujer en capacidad de tener hijos, para así honrar a sus padres y su apellido. Desafortunadamente para Daena, su madre logro escucharla y se postró frente a ella tomándola del rostro.

-Daena Verona D'lourdeth... ¿Por qué dices esas cosas? – Reprimió – Es tú hermana ¡maldición! ¿Por qué haces tales acusaciones hacia tu propia hermana?

-¿Quién más pudo haber sido, madre? – resopló

-¡Claro, se me olvida que cierto demonio es capaz de ser una tumba con tal que se lo pidas! – Respondió exasperada alzando los brazos para luego posar sus manos en su cintura – Escucha, te lo pediré por las malas hija, no hagas algo estúpido esta vez, por el bien de tu padre. El pobre hombre se vuelve loco cuando le llevas la contraria y te vas con Neal cada vez que trata de llevarte por el camino correcto, no seas tan cabeza dura.

-¿Entonces estabas siendo buena? – Reprochó divertida enarcando una ceja - ¿Por qué debo casarme?

-¿Acaso no te lo ha repetido tu padre un millar de veces? – Suspiró – Y si, estaba siendo, buena.

-Si... es solo que, no debería yo... ya sabes... ¿Decidirlo? – Protestó – Al fin y al cabo no paran de repetirme lo de ''...Eres el futuro de la familia...''. Pues bien, si soy el futuro de la familia y supuesta líder de Schwarzwald, no debería yo elegir ¿cuándo y con quien casarme?

-Y lo eres, pero hasta que tu padre y yo sigamos con vida, sigues siendo nuestra hija y queremos lo mejor para ti. Por favor, no lo arruines esta vez.

-¿Qué se supone que hare hoy? Sobre todo vestida así... como una tonta – rodó los ojos mientras jugaba con la lana que bordaba la manga del vestido.

-Conocerás a un chico, que tu padre cree conveniente para ti – respondió Alana que machacaba en un mortero unas cuantas fresas y rosas con aceite de almendras.

-Claro, papá cree lo que es bueno para mí.

-Por algo es tu padre.

-¿Dónde está Sckarn? – preguntó al observar por la ventana y darse cuenta que el demonio no estaba como de costumbre, afuera de su puerta esperándola, por lo que algo en su interior se encogió ¿Dónde se habrá metido? ¿Estará... devorando algún alma?

-No lo sé, no lo he visto desde esta mañana que tuviste otra discusión con tu padre. Ven aquí.

Se acercó a su madre que la sentó nuevamente, tomó el tarro y untó la mezcla de olor dulce en los carnosos labios de Daena.

-¿Qué es eso? – preguntó arrugando la nariz al ser invadida por la sensación viscosa y el olor absurdamente dulce inundó sus fosas nasales.

-Es una mezcla de fresas, rosas y aceite de almendras, es bueno para tus labios, los hace ver más... hermosos de lo que ya son - respondió colocando un poco más de sustancia detrás de las orejas de Daena.

-Mamá... no quiero parecer una prostituta.

-No digas eso. Ya estas lista.

-Fantástico – se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta, pero antes de salir fue capturada por los brazos de su madre.

Serie Marcados Parte I: ProtectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora