Capítulo 5

717 72 26
                                    


Sckarn percibió la presencia de alguien y mucho peor, observándolo, dejo que el cuerpo ya vacío y sin vida se lo llevara el rio, al darse la vuelta se encontró con esos ojos, que a pesar de que fuera de noche los podía ver claramente y como en ellos no había señales de miedo, al contrario; en ellos se encontraban grandes dosis de curiosidad.

Daena dio el primer paso, ninguno decía nada, solo era una batalla de miradas. Daena se paró frente a él viendo sus ropas llenas de sangre.

-¿Qué eres? – pregunto Daena rompiendo el silencio. Sckarn suspiro y se dejó caer sobre sus rodillas, miraba atentamente los curiosos ojos de Daena, que lo observaban en lo más profundo de su naturaleza haciendo que toda su dureza se desvaneciera, su corazón latía con fuerza ¿Por qué ella no le teme? ¿Por qué lo hace sentir tan vulnerable? Se preguntaba el demonio – Por favor, dime ¿Qué eres?

-Un demonio – respondió en un susurro – el creyó que al decir eso ella se iría pero ella solo posó su mano en la majilla y solo ese contacto bastó para terminar de establecer el vínculo de confianza entre aquel sangriento demonio y aquella delicada joven.

-Por eso bebías la sangre de esa mujer... - quitó la mano con delicadeza para anudarla con su otra mano mientras se mordía nerviosa el labio, al demonio no le parecía justo que una niña de diez años estuviera pasando por lo que Daena atravesaba, pero fue escogida para devolverle la gloria a su familia.

-Así es, la necesito para cuidar de ti – dijo tomando la barbilla de la niña haciendo que soltase el labio que empezaba a tornarse rojo a causa de la presión de los dientes – No hagas eso, te lastima.

-¿Le dolió? ¿Qué hay de su familia? ¿Cómo se llamaba?

-No, no le dolió. Ella solo buscaba redención, una que solo un sacrificio implica – hizo una pausa para observar la sangre en el suelo que derretía la nieve bajo sus rodillas – No sé nada sobre ella, solo hay una persona que sabe su penitencia.

-¿Yo también lo soy? ¿También soy un demonio? – Dijo dejando escapar una lagrima que rodo por su mejilla – Por eso herí a mi padre ¿Verdad?

-No, lo que ocurrió con tu padre fue un accidente – explico tranquilo – y no debería volver a pasar – esta vez fue el demonio que poso la mano en la mejilla de la niña – yo no dejare que pase otra vez ¿De acuerdo?

-¿Cómo? – la voz de Daena era triste, por lo que Sckarn sintió que algo dentro de él se encogió, por lo que tomo a la niña y la envolvió con sus brazos y ésta rompió a llorar - ¡Soy un monstruo!

-No digas eso... eres una niña muy buena – le decía Sckarn para consolarla – fue solo un accidente, tranquila – la niña se fue calmando a medida que le acariciaba el largo, ondulado y rojo cabello – Vamos, te llevare a casa.

-No... quiero quedarme aquí contigo. Por favor – rogó abrazando fuerte al demonio – Me siento segura contigo...

-Mi lady, está haciendo frio, podría enfermarse – trató de zafarse del agarre de la niña pero no pudo.

-Por favor – rogó de nuevo.

-De acuerdo, pero déjame encender una fogata, no quiero que pases frio – Daena lo soltó y se sentó para observar abrazando sus rodillas. Sckarn tomaba ramas de los árboles de los al rededores para luego apilarlos formando la fogata, se sintió atrapado bajo la mirada de la niña de forma incomoda, al encontrarse sus miradas ésta enarcó una ceja que tuvo el mismo efecto en el demonio.

-¿Qué? – preguntó a la niña.

-Tú

-¿Yo que?

Serie Marcados Parte I: ProtectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora