Prólogo.
Era una noche fría y oscura de Noviembre, andaba con rapidez pero intentando no hacer mucho ruido, aunque la calle estuviera desierta no podía fiarse, cautelosa giró la calle mientras se colocaba bien los guantes, una manía que tenía aunque los llevase bien puestos, Marley Wayne entró al portal, subió las escaleras hasta su apartamento y abrió la puerta.
El apartamento era pequeño y estaba algo desordenado, no tenía muchos muebles pero los pocos que podían verse eran algo antiguos y estaban deteriorados por el tiempo. Como siempre dejó su mochila en el perchero de la entrada y soltó su abrigo negro, dejó los guantes donde primero pilló, entró a la cocina y se preparo algo para cenar.
Seguía helada, se tumbó en el sofá y se echó un par de mantas, encendió la televisión pero la apagó al instante, sabía que no televisarían nada. Suspiró, se acurrucó un poco y finalmente se quedó dormida.
A través de los ventanales cerrados, el mundo parecía más frío que de costumbre, al menos más frío que desde hace cinco años. Se preparó para salir, cogió su mochila y metió en ella munición. Se colocó la canana y salió del apartamento.
Unos quince minutos más tarde había llegado al centro comercial, escuchó unos pasos y se pegó a la pared sacando la pistola sigilosamente, cerró los ojos e intento respirar con normalidad, si se ponía nerviosa ahora quizás sería lo último que hiciese.
Capítulo 1.
Hace cinco años la Tierra dejo de ser aquel lugar que conocíamos, después de que el virus se propagara, todo lo que conocíamos hasta ahora casi no existe, el número de infectados iba en aumento cada día y las ciudades estaban tan descuidadas que no parecían las mismas.
La gente había dejado los coches de cualquier manera el día que empezó todo, al menos eso me daba la facilidad a la hora de tener que “pillar prestado” alguno ahora. Los recursos para poder sobrevivir eran mínimos, ya que cuando aún quedaban supervivientes, cada día era una guerra por quien cogía más alimentos.
Los que aun vivían, los que no habían sido infectados, eran realmente pocos y estás no salían de sus casas presos del pánico, a veces ni se atrevían a salir a los supermercados, era una pérdida de tiempo, los más cercanos estaban vacíos y llegar a otros era una muerte segura.
Los infectados no salían de día, pero ahora en otoño los días eran nublados, llovía y no salía el sol, por lo que teníamos que quedarnos a cubierto para no ser descubiertos. Hoy por fin salió el sol y era nuestra oportunidad.
Al parecer, el virus se había propagado por un hongo, pero yo al menos, no tenía más información, y encontrar a alguien que lo supiera era muy difícil.
Marley quitó el seguro a la pistola y apuntó al ser que le acercaba. Era un hombre alto, de pelo rubio oscuro y sus pintas estaban bastantes descuidadas, se movía con normalidad pero estuvo dudosa unos minutos si podía ser un infectado o no, gritó al desconocido.
- ¡Voy armada! ¡Si eres humano habla o te volaré la puta cabeza! – No obtuvo respuesta. - ¡Me veré obligada a disparar a la cuenta de tres! UNO…DOS…
Antes de que pudiera contar hasta tres el hombre que al parecer no podía hablar, levantó los brazos en modo de señal de que la entendía. Cuando estuvo lo bastante cerca pudo verle con detenimiento, su aspecto causaba respeto, sus ojos claros eran fríos y tenía varias heridas en el rostro, pero eran cicatrices así que pensó que no debía preocuparse, bajó la pistola, aunque aún la agarraba con fuerza y clavó su mirada en la de él.
- Estuve a punto de pegarte un tiro en la jodida cabeza, ¿por qué no me has contestado? ¿te parece gracioso?
El joven la miró de arriba abajo, esté seguía sin responder, caminó hasta quedar por delante de ella y entró con cuidado por una de las puertas apartando unas tablas que la cubrían. Marley frunció el ceño y le siguió sin saber exactamente el porqué. Una vez dentro podía verse cristales rotos por el suelo, seguramente de las cristaleras que podían verse al fondo, había bastante polvo y costaba respirar ya que el ambiente estaba cargado de ácaros, el polvo cubría todo el lugar, subió por las escaleras mecánicas a paso rápido, Marley le seguía callada, hasta que llegaron al tercer piso y este se acercó a un estante donde había refrescos y bebidas, optó por abrir una botella de agua de dos litros y se la bebió en un abrir y cerrar de ojos, carraspeó y se volvió para mirarla, le tendió la mano y dijo con voz ronca.
- Perdone mi falta de educación, pero llevo tres días sin apenas beber nada y lo necesitaba, vengo desde el Este y hace unas dos horas mi coche se quedó sin gasolina, por lo que llevo evitando a una horda de infectados desde horas. – Marley ladeó la cabeza y estrecho su mano. – Mi nombre es Marshal, Marshal Ragner. Es raro ver a alguien por aquí, y menos a una señorita, desde que pasó toda esta mierda nadie se atreve a salir, cuando ni siquiera saben que… -Algo crujió y Mayley tapo la boca de Marshal, este la agarró del brazo y tiró de ella, se escondieron.
Un par de infectados salieron de unas calles más atrás, de sus bocas podían verse restos y mucha sangre, iba a sacar la pistola cuando Marshal puso su mano encima de esta, le dijo que se estuviera quieta y que a su señal corriera hasta las escaleras de emergencia. Los infectados se acercaban lentamente hasta su posición, abrió la maleta y tiró un paquete de patatas intentando llamar la atención de estos con el ruido, así fue, cambiaron el rumbo y ambos salieron del escondite, intentando no hacer ruido fueron abandonando la estancia y buscaron las escaleras de emergencia, la mochila de Marley no fue cerrada por lo que al aumentar el paso empezaron a caerse cosas, los infectados se dieron la vuelta, soltaron un rugido y corrieron tras ellos.
- ¿No cerraste la puta mochila? –Alzó los brazos mientras corría con todas sus fuerzas, llegaron a las escaleras, eran tres pisos y dos infectados les iban pillando los talones.
Tenía la sensación de que el corazón se le iba a salir del pecho, pero no podía dejar de correr, su compañero iba por delante de ella, aún tenía la pistola en la mano por lo que ladeo levemente la cadera y apuntó no con mucha precisión hacía la cabeza de uno de ellos, le dio en el cuello, por lo que esté se paró, volvió a disparar pero esta vez su puntería si fue más precisa y le dio en la cabeza, el infectado cayó al suelo e hizo caer al otro por lo que les dio un poco más de tiempo para poder huir, si había más en el centro comercial el ruido de los disparos los habría alertado. Marshal se quedó atrás para cubrirla mientras salía, seguidamente salió y dejó la puerta tal y como la habían encontrado, ya no podrían salir, el sol daba de pleno en las cristaleras por lo que los infectados no bajaron a la planta baja, por ahora estaban a salvo.
- ¿Estás bien? – Marshal no la miró, aún iba por delante de ella.
Estaba inclinada hacía delante tratando de coger aire, por lo que se quedó algo atrás, al no oír ruido Marshal se giró, la mirá y volvió a repetir su pregunta, esta vez acercándose a ella e inclinandose para mirarla. Al sentirle tan cerca esta asintió, exhaló un poco de aire y se puso derecha.
- Sí, estoy bien, ¿qué harás ahora? – Guardó la pistola y cerró la mochila.
