Hace unos cuantos años, Alexander Ligthwood tuvo que pasar por un suceso que le causo un gran trauma, su mente no pudo soportarlo, y terminó en un hospital, hundido y con una fuerte depresión, ahí conoce a Magnus Bane, un alegre y vital enfermero, q...
Era una noche sin luna. La oscuridad se cernía sobre el callejón, dibujando sombras con matices grises y negros.
Tragué saliva, no me gustaba pasar por ahí a esas horas, y más en invierno que apenas pasaba gente por la calle, pero llegaba tarde, y mis padres me regañarían si no estaba a la hora estipulada en mi casa, eran muy estrictos en cuanto a los horarios. Yendo por el callejón, ganaba unos diez minutos más que si fuese por las calles más transitadas, y lo más importante de todo, así evitaba que mis padres me castigaran sin salir el fin de semana.
Justo este sábado tenía planes con él. Sonreí al pensarlo. Teníamos resuelto ir a la cabaña junto al lago, que los padres de mi novio tenían. Bueno, en realidad nadie sabe aún que nosotros somos novios.
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El problema sería para mis padres, ellos no aceptarían que a su querido y perfecto hijo... (a ojos de ellos, claro) le gustaban los chicos en lugar de las chicas. Si tan siquiera supieran las cosas que hacía cuando estaba con mi novio. Me reí mentalmente, seguro que a mi padre le daría un infarto, de mi madre no estaba tan seguro. Quizás se preocuparía más del que dirán, de la gente, que de lo que realmente sintiera yo.
Justo por todo eso nuestra relación seguía siendo un secreto, por mucho que él me presionara. Yo no quería que nadie supiera que soy gay.
Noté un movimiento a mi espalda. Mi cuerpo se puso en tensión y mi corazón empezó a acelerarse, cuando vi dos ojos brillantes que me miraban fijamente con sumo interés, hasta que finalmente, el sujeto lanzó un maullido.
–¡Estúpido gato! –exclamé en voz alta– ¡Qué susto me has dado!
Anduve un poco más, cuando de repente, escuché unas pisadas tras de mí, que hicieron que acelerara mis pasos. La persona que me seguía también empezó a caminar más deprisa, porque esta vez no tenía ninguna duda, de que quien me seguía, era una persona y no un estúpido animal, como antes. Noté como todo mi cuerpo se ponía en alerta, mis pulsaciones se acrecentaron, mi pulso cardíaco aumento de velocidad, un ligero sudor frío empezó a recorrerme la espalda. Estaba a punto de gritar, pero mi voz no me respondió; alguien me había tapado la boca con una mano. Noté unos labios acercándose a mi oído, haciéndome estremecer de pánico, cuando me dijo.
–No pongas resistencia o será peor para ti. Vas a ser mío. –noté como su lengua empezó a lamer mi cuello, al mismo tiempo que el frio metal de una navaja se paseaba impunemente por mi cuello, rozándomelo. Su mano no quiso ser menos, y empezó a manosearme con total descaro.
De repente, todo paso muy deprisa y a la vez muy despacio ante mis ojos. No sabía cómo explicarlo, pero me encontré forcejeando con el agresor. Logré quitarle el arma, y en uno de esos forcejeos, el acero de la navaja se introdujo lentamente en su pecho, mientras los ojos del chico, me miraban atónitos con una expresión de dolor en su rostro.
Observé por unos instantes esos ojos y ese rostro quedándome estupefacto.
–¿Tú? –dije con la voz quebrada, mientras gruesas lagrimas fluían por mis ojos, aterrorizados por el miedo.
Un grito desgarrador salió de mi garganta.
–¡Lo he matado, lo he matado! ¡Oh Dios mío soy un asesino!
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–¡Alec, Alec despierta! ¿Qué te ocurre? –Sentí como Magnus me zarandeaba, intentando que yo reaccionase.
–¡Lo he matado, lo he matado! –abrí mis aterrados ojos. No dejaba de mirarme las manos una y otra vez– Mis manos están manchadas de sangre. ¡Soy un asesino!
Magnus me acomodó entre sus brazos, intentando consolarme, mientras yo no dejaba de llorar, y repetía lo mismo una y otra vez.
–¡Shh! No llores más Alec, tranquilízate. Todo ha sido una pesadilla. Ya ha pasado. Eso ya pasó, y no dejaré que nadie te vuelva a hacer daño nunca más.
–Pero Magnus, era todo tan real... Era como volver otra vez al pasado y yo, lo volvía a matar, volvía a matar a mi amigo otra vez... Acababa con la vida de Jonathan.
–¡Shh! Olvídalo Alec, todo eso ya pasó, es parte del pasado.
–Pero es que yo lo maté... yo acabé con su vida. –farfullé angustiado.
–Alec, mírame... Eras tú o él. Él intentó forzarte, seguramente te hubiera matado después de haberte violado. Fue en defensa propia. No te castigues más mi amor, Jonathan no era una buena persona.
* * * * * * *
Aquí os dejo el prólogo de esta historia. Es un regalo de cumpleaños para mi amiga scar02 que es hoy; 28 de septiembre. ¡Feliz 18 cumpleaños!
Espero que te guste la historia, yo por lo menos, la he escrito con todo mi cariño para ti.
Me debes un trocito de tarta aunque sea virtual
La canción de multimedia es de Evanescence "Bring me to life" una canción que me encanta.
