Capítulo 9 *EL CHICO HABITADO POR LOS CELOS*

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Narra Alec-

Esperaba que Magnus terminara su jornada laboral, sentado en la sala de espera del hospital donde trabajaba. Había querido darle una sorpresa a mi novio. Aprovechando que el invierno no era tan crudo como las semanas anteriores, había cogido mi moto. Me encontraba ansioso, esperando al chico que había devuelto la alegría a mi vida.

Llevaba un pequeño ramo de flores en mi mano, flores de varios clases y colores. En un principio pensé regalarle unas rosas, pero después vi este ramo y me enamoró, porque era como Magnus, alegre y colorido. Era el apropiado para mi novio. Hoy hacía dos años que había comenzado a vivir con él. Juntos habíamos recorrido un largo camino hasta llegar aquí. Habíamos ido sorteando poco a poco todas las piedras que nos habíamos ido encontrando; mi fuerte depresión, mis pesadillas.

Recordaba la primera vez que Magnus me habló, el momento en que me declaró su amor, cuando ambos nos escondíamos por el hospital para poder dar rienda suelta a nuestros sentimientos y pasiones, el día en que Catarina nos había pillado.

¡Qué vergonzoso fue ese momento!

¡Qué vergonzoso fue ese momento!

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 FLASHBACK...

–¡Oh Mags para! ¡Nos van a pilla! –susurré en su oído, mientras él bajaba sus manos por mi espalda y me las ponía en mi trasero, acercándome más a su cuerpo.

–¿Lo notas? –musitó con voz sensual– Te deseo Alec. Te deseo tanto. Estoy duro por ti. Me tienes loco.

–Pero aquí no podemos. Si nos pillan te pueden echar del trabajo, y no quiero que esto pase. Podemos esperar un poco más. En unas semanas me darán seguramente el alta y entonces ya podremos.

–Tranquilo Alec lo tengo todo controlado. He estado observando, y después de la limpieza de todas las mañanas, aquí ya nadie más vuelve a entrar. Este puede ser nuestro nidito de amor.

Magnus empezó a quitarme la camisa del hospital, sus manos se entretenían subiendo y bajando por mi pecho y espalda, recorriendo cada centímetro de mi piel con el roce de sus dedos, logrando que toda mi piel se erizara ante su contacto. Sus manos se adentraron en mi pantalón, apretando fuertemente mis nalgas, masajeándolas.

–No sabes cuánto tiempo he soñado con esto. –dijo con la voz ronca a causa del deseo.

–Oye, ¿Y no te van a echar de menos en tu trabajo? –indagué, dando un pequeño grito a causa de un mordisquito que me había dado en el lóbulo de mi oreja.

–No mi ángel, hace ya quince minutos que mi horario laboral terminó por hoy, en teoría estoy de camino a mi casa. Así que no te preocupes por nada y disfruta. –me guiñó un ojo, regalándome una de sus sonrisas traviesas.

Magnus fue descendiendo por mi cuerpo, hasta llegar al elástico del pantalón, me rozó con la palma de su mano, masajeando suavemente mi miembro. –sonrió al sentir que yo estaba completamente excitado– Me cogió mi mano y me la puso encima de su entrepierna.

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