Capítulo 11 *EL CHICO POR EL QUE MORÍ DE AMOR*

578 48 72
                                    

Narra Magnus-

Miraba entre las diferentes bandejas de anillos, dudando entre varios.

–¿Cual te gusta más Tessa? Estoy entre estos tres, –señalé– este es muy elegante, pero los otros tres también me gustan.

–Creo que este es demasiado ostentoso. –indiqué tomándolo con mis dedos, mirándolo con interés– Este está muy bien es sencillo, bonito y elegante. Este de oro blanco también, pero a mí me gusta más el segundo, creo que va mejor con la personalidad de Alec.

–Sí, creo que tienes razón. Este de la amatista igual es demasiado para él. Está bien, me quedo con este. –le dije al dependiente.

–¡Oh Magnus! Nunca pensé que algún día serías un hombre casado.

–Aún no lo sé. No sé lo que me dirá cuando se lo pida.

–¿Tú qué crees, tonto? Alec está loco por ti. La verdad es que los dos hacéis muy buena pareja.

–Gracias Tessa, ¿sabes? Hace tiempo que se me había pasado por la cabeza. En estos días que lo vi tan mal, por volver a recordar todo lo que ese cabrón le hizo, me di cuenta de que no me podía permitir el lujo de alejarlo de mi vida. No sé lo que haría si él volviera a coger una depresión, y tuviera que ingresar de nuevo... Ya no se vivir sin él en mi vida. Lo quiero, lo necesito, si hasta le he escrito unas palabras y todo. Creo que me he vuelto un cursi con los años, pero es que Alec saca lo romántico de mí. Quien me iba a decir a mí hace años, que escribiría poemas de amor. ¡Joder Tessa! Parezco un puto adolescente. Estoy enamorado hasta las trancas.

 Estoy enamorado hasta las trancas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Alec-

Magnus entró con una sonrisa radiante que le llenaba toda la cara, pero está se borró en cuanto vio el estado en el que me encontraba.

–¿Dónde coño estabas? –pregunté en un estado claro de embriaguez.

–Alec, mi ángel, estaba en el hospital; un compañero se puso enfermo y me pidieron que saliera hoy un poco más tarde.

(Está mintiendo y lo sabes.)

–¡Mentira! He llamado al hospital preocupado porque no venías, me han dicho que hacía ya dos horas que habías salido de trabajar. –vociferó fuera de sí.

–Alec yo...

–Estabas con ella, ¿verdad? Con la zorra de tu amiga Tessa, follando como animales, revolcándote en la cama de cualquier hotel.

–No te consiento de ninguna de las maneras que hables así de mi amiga.

(Estaban follando como animales... y tú mientras tanto preparando la cena para él. Eres patético Alec.)

–No. Yo no soy patético...

–Calma Alec. No te he dicho que fueras patético.

–Yo aquí cocinando para darte una sorpresa, preparando uno de tus platos favoritos. ¿Y cómo me lo agradeces tú...? Fornicando con esa furcia. –gruñí con la cara desencajada por la rabia.

PESADILLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora