D.

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Danza, danza la muñeca. Gira, gira sin parar. Cuando música no suena, puedes verla observar.

Hola.
Seguramente, si estás leyendo esto es que has decidido jugar a mi juego.
Te diré mejor en qué consiste:
Debes descubrir, como mínimo, uno de los misterios antes de que acabe de contar la historia.
Si no lo consigues, pierdes.
Y, la más importante, desde este momento, no puedes dejar el juego.
Ya estoy dentro de tu mente, ya puedo empezar a saber que es lo que piensas.

Lo primero que quiero que intentes descubrir, ¿quien soy yo?

Así que ahora empieza la historia.

Cuando nos mudamos a la casa de Wermon yo estaba en plena etapa de cambio. Era adolescente y no era estable en ningún sentido, así que me sentó muy mal.

Mi familia es una familia sencilla: Papá, mamá, mi hermano mayor y yo.

Yo soy Dorothy, aunque tengo la sensación de que ya me conocen.

Con mis actuales 16 años mis padres han decidido que nos mudemos a una casa antigua.

A Castiel, mi hermano mayor de 18 años, tampoco le hace mucha gracia, ya que aun está decidiendo donde quiere estudiar.

Volviendo a la historia... Hay algo extraño, desde que entras en esta casa, puedes notarlo. Es cierto que no sabes qué es, pero... Algo flota en el ambiente. Eso se mueve a tu alrededor, te envuelve lentamente y quedas dentro. Pero, ¿qué es?

- Dorothy, arregla tu cuarto en cuanto lleguemos, por favor. Siempre sueles ser desordenada -informó mamá-. No me gustaría que las visitas vean que mi hija es una desordenada.

- Mamá, las reuniones no se hacen en mi cuarto, no creo que haya problema en que lo tenga a mi modo -solté como réplica.

Miré por la ventanilla del coche, las calles pasaban una tras otra y parecía que según avanzábamos el tiempo retrocedía en nuestra contra. Las calles se volvían más y más viejas y poco a poco veía como las personas se vestían distinto. Efectivamente, Wermon es un barrio muy envejecido. El coche se paró frente a la casa y todos nos bajamos.

Es cierto, era una casa hermosa. No parecía estar tan vieja como las demás. En parte, me gustaba, porque aun no había entrado. Cuando entras es cuando notas la esencia que flota en el aire.

Pero, entramos.

Oh, se me olvidó hablarles de mi hermana pequeña de 10 años, no sé como pude olvidarla por un momento. Se llama Bonnie. Ella parece estar muy tranquila con respecto al cambio, por supuesto, apenas le afecta.

- A colocar tus cosas, Dory -mandó mi madre señalando las escaleras y haciéndome soltar un largo suspiro.

Cuando terminé, decidí bajar al salón y ver que estaban haciendo. Mamá y papá no estaban. Bonnie, sentada en el suelo, jugaba con su muñeca favorita.

- Hey, Boo -le saludé y me tiré en el sillón.

- Hola, Doo -dijo de vuelta, dejando su muñeca en el suelo.

- ¿No seguirás jugando?

- Quiero ir un rato a ver que hace nuestro hermano -explicó levantándose y corriendo fuera del salón.

Su pequeño y delicado cuerpo desapareció de mi vista. Miré la muñeca, aunque parecía que ella era la que me miraba a mí.

Y luego, caí en la cuenta de algo. ¿Se parece a mi?

Ambos eran verdes

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Ambos eran verdes... Como mi ojo de cristal. Realmente la muñeca era idéntica a mi... Se parecía tanto, que la similitud era, incluso, peligrosa.

 Se parecía tanto, que la similitud era, incluso, peligrosa

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¿Por qué la muñeca favorita de mi hermana se parecía a mí?

Me desperté a la mañana siguiente, casi sin ganas. Anoche había dormido muy mal, intentando saber por qué esa muñeca era como yo. Pero mi mente no era omnisciente y no podría descubrirlo así porque sí.

- Mamá, ¿desde cuando la muñeca de Bonnie se parece tanto a mi? -pregunté, sentándome a su lado en el sillón, mientras, ella pasaba los canales en la televisión.

- No sé, nunca me había fijado... -susurró.

Desvió la mirada de la caja tonta, posándola en mí. Me examinó y se quedó pensando.

- No, para nada te pareces, deben ser imaginaciones tuyas.

Dollhouse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora