L.

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Lugares, lugares. Vayan a sus lugares, vistan sus vestidos y pongan sus caras de muñeca.

Siento que hace una eternidad que no hablo con ustedes, aunque supongo que ya deben haber notado la razón. El paso del tiempo en mi juego no es como en el mundo donde ustedes habitan, es un tiempo que discurre de manera aleatoria.
¿Ya sabes quien soy? ¿Y sabes quien es ella? ¿Quienes somos nosotros? ¿Quien habla contigo? Las voces de tu cabeza tal vez te dicen más de lo que crees, escuchalas de vez en cuando.

Ten cuidado, no todo lo que ves es real, pero al mismo tiempo preguntate: ¿Te están contando todo lo que pasa?


Despierto.

Deben ser casi las dos de la madrugada, pero apenas puedo dormir más de diez minutos seguidos. Es imposible, no puedo pegar ojo.

Escucho unos suaves, casi imperceptibles, toques en mi puerta. Espero unos segundos. Se abre de forma lenta, mostrando a mi hermano, con su chándal de pijama.

- Hola -susurré, conteniendo una pequeña risa.

Entra y cierra, se sienta en el borde de mi cama mirándome y sus labios se curvan en una sonrisa confidencial.

- ¿Tú tampoco puedes dormir? -pregunta, con un tono de secreto exagerado.

- No, desde hace noches -susurró, siguiéndole un poco el juego.

Se ríe silenciosamente. Es adorable cuando ríe y se le arruga la nariz. Tiene esa manía desde que tengo uso de razón.

- ¿Y por qué no puedes dormir? -volvió a preguntar, dejando la broma, pero sin perder ese alegre aire que lo rodeaba.

- Por culpa de... ¿Que iba a decir? -susurré confusa, dándome toquecitos en la cabeza- Bueno, es, sólo insomnio, no tiene importancia -negué, casi meneando, con la cabeza.

- Si quieres, puedo dormir contigo -dijo, volviendo a sonreír.

Y él ya sabía la respuesta, pero quería ver como respondía. Así que me tiré a sus brazos acurrucandome y él lo entendió.

Despierto.

El reloj del salón marca las ocho de la mañana. ¿Qué demonios hago aquí dormida?

Tengo frío, estoy casi congelada, estamos en plene otoño y aún papá no ha arreglado la calefacción de la casa.

Respiro. Unas nubecitas de vaho me salen de la boca. No tengo manta. Froto mis brazos intentando buscar algo de calor.

Se me cierran los ojos. Me duermo, pero no por consentimiento propio. La triste realidad me arrastra al sueño. Y me vuelvo a quedar dormida.

Dollhouse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora