Parte 32

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Anahí.

¡Dos semanas después ya era Diciembre! Amaba las fechas decembrinas de paz, amor, arboles de navidad, luces, unión y regalos. Aunque extrañaba a mi padre ya que vivía en otro continente, me gustaba pasarlo sola con mi madre que era igual de romántica que yo en éstas fechas. Bueno, ahora no estamos solas en casa.

Kuno pasó una semana más tratando de hablar conmigo, pero fue un "Déjame en paz de una buena vez" lo que hizo que dejara sus insistentes llamadas, y al parecer era muy inteligente al no aparecerse en casa. Lo agradecía. No quería verlo, aún me sentaba mal su engaño, no voy a negarlo. Aunque parezca, no es tan fácil terminar de un momento a otro una relación que se llevó tanto de ti, dejar un hombre que conocía cada rincón de tu vida y con el que compartiste tanto. No, no es nada fácil y eso estaba pegándome justo ahora que me había topado con varios álbumes de fotos: De mi infancia, de la escuela, de mis amigos y un pequeño álbum en mi regazo de los comienzos de mi relación con Kuno.

No había tenido chance de pensar en nada éstas dos semanas gracias a Poncho, ese niño me tenía embobada a toda hora. Estaba cerca de él y el mundo me daba vueltas, me besaba y todo desaparecía. Estando solos en casa lo hacíamos en cada rincón posible, y si no lo estábamos, pues nos las arreglábamos.

Como siempre que pensaba en él, mi mente despegaba de la tierra y me olvidaba de todo lo demás. Recordé que hacía dos días una fuerte tormenta azotó la ciudad, con rayos y demás. Odio los rayos, me dan pavor y estaba temblando en la cama. Eran las 2 de la madrugada y me pensé bien el levantarme, pero un rayo que cayó supercerquita me hizo hacerlo.

Abrí con cuidado la puerta de la habitación de Poncho y pude verlo ahí, acostado boca arriba con unos boxers blancos y la sabana enredada en su pierna, tenía la palma de la mano sobre sus ojos y se veía tan sexy que sin pensarlo demasiado me acerqué.

No iba en busca de sexo, no. Solo.. solo de su abrazo. Lentamente me acosté junto a él y retiré la mano de su cara para colocar mi cabeza en su brazo. Él despertó tratando de ubicarse y al verme frunció el ceño, confuso.

-Yo.. uh, le tengo miedo a los.. los rayos. -susurré- ¿puedo....?

Sin terminarle de preguntar si podía dormir me aplastó contra su pecho y me abrazó. Estaba caliente, me gustaba porque contrastaba con mi frío cuerpo. Me pegué a él como una lapa y así, acurrucados, volvimos a dormirnos.

Sonreí y una lágrima escapó. Tal y como lo imaginaba en Cancún, era tan perfecto teniendo sexo como lo era acurrucandote en su pecho para protegerte. Maldije por debajo, no podía pensar en eso, mi corazón dolía con solo recordarlo porque sabía que era cuestión de tiempo antes de que comenzara a salir con alguien más y se acabara lo que sea que nosotros teníamos. Terminaría tan bruscamente como lo fue despertar en su cama, sola.

Tocaron la puerta suavemente y antes que pudiera responder, se abrió y una cabeza salió de ella.

-Hey, nena. Ya hice el trabajo pesado con el árbol de navidad, te toca a ti la parte de decoración. -sonrió y mi pecho se contrajo con esa sonrisa. Pero al verme y luego ver mi regazo se puso serio -Uhm.. ¿estabas llorando?

De nuevo sin que le respondiera entró y se sentó a mi lado, examinado justamente el primer álbum, en la portada, había una foto mía y de Kuno en la playa y escrito con marcador morado las iniciales K & A.

-No, yo.. Sólo recordaba.

-Umm, ya.

¿Era molestia lo que veía en su cara? Pero ¿por que? Nunca me había dado el tiempo de llorar mi relación perdida, es lo que se supone que haces cuando las cosas terminan ¿no? Seguro porque le parecía bien estúpida, tal vez el nunca lloró cuando cortó con Claudia, los hombres no lloran por eso. Pero yo no era hombre, y había querido mucho a Kuno. Además, él también era culpable de mis lágrimas, aunque eso era algo que no debía saber.

Mi Hermanastro (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora