Yo soy especial [HopeV]

V

—Taehyung, nos quedan cinco minutos de sesión.

Miré el reloj digital que ella tenía sobre su escritorio, tenía razón.

—Lo sé —dije.

—¿De qué quieres que hablemos entonces?

De Hobi.

Pero no puedo decirle eso, le dirá a mis padres... y yo no quiero que alguien lo sepa.

Toqué mis rodillas con las manos y vi las heridas que había en mis nudillos. Son las heridas que me quedaron luego de golpear nuevamente a aquel chico.

Y eso no fue lo único, también me quedaron algunos moretones en la espalda de cuando choqué con las mesas y de cuando él me estranguló. Otro moretón que puedo ocultar, gracias a mi flequillo, es uno que me quedó en el rostro, luego de que azoté su frente con la mía.

Miré a mí alrededor, el despacho de mi psicóloga es grande. Todo está decorado de cosas negras, cafés, grises, y algunas azules y celestes. También con algunas pinturas simples.

Dice que no le gustan las decoraciones llamativas. Prefiere un ambiente relajado y que a la vez no sea tan deprimente y, sinceramente, a mí no me gusta. Yo le pondría algún cuadro de un ovni abduciendo alguna vaca u otra cosa, quizás una foto de mi hyung.

Hablando de fotos y de Hoseok, yo...

—Taehyung.

Arrugué la nariz al escuchar mi nombre, ella me interrumpió.

—¿Si? —alcé ligeramente la mirada, para observar el collar que mi psicóloga traía. Que no me gustaba para nada, por cierto.

—Fuiste suspendido por cinco días, toda una semana de clases a partir del próximo lunes, lo sabes. ¿Cierto?

Asentí. —Lo sé.

—Sabes que nuestras sesiones son cada cinco semanas, sin embargo, no ha pasado una semana desde la última. ¿O me equivoco?

—No, no te- no se equivoca.

—Golpeaste a un compañero tuyo, y, además, no es la primera vez que lo golpeas. ¿Tampoco me equivoco, verdad?

—Sólo dos veces, sin armas blancas ni nada eh.

Ella sonrió.

—¿Y por qué lo haz golpeado?

Fruncí el ceño mientras pensaba en la respuesta. Llevé la mano izquierda a mi frente, la toque por debajo del flequillo e hice una ligera mueca. Incluso si tocaba allí con cuidado, dolía.

—Ese chico —siguió hablando la mujer—, negó todas las cosas de las que lo culpabas.

—Mentiroso —refunfuñé.

—Pero sin contar al otro chico que estuvo involucrado en los conflictos, hubo más compañeros tuyos que sí fueron honestos y contaron lo que vieron.

—Lo sé.

Sunhee, que es como se llama mi psicóloga, me sonrió por octava vez en todo lo que llevaba del día, y luego anotó algo en su libreta.

Nunca he entendido por qué o qué anota tanto, hasta cosas que para mí parecen insignificantes, ella las encuentra relevantes.

—¿Y?

—¿Y...  —la miré a los ojos un segundo y luego volví a bajar la vista a mis rodillas.

—¿Por qué lo has golpeado?

—¿Por qué no debería haberle golpeado?

—Taehyung, no hemos avanzado nada hoy. Sabes que puedes hablar conmigo, para eso te traen.