Veintitrés

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Derek Hale estaba nervioso. Su cita con Stiles era a las cinco y aún no tenía nada listo. Se mordió el labio mientras pensaba en dónde sería un buen lugar para tomar el té. Tal vez en el campo de Quidditch. Descartó rápidamente esa idea porque no tendrían la suficiente privacidad, y quería que Stiles se relajara. El foco se le prendió. ¡El lago! Con una sonrisa, corrió por todos los pasillos en busca del retrato de las frutas. Los elfos le podrían ayudar si se trataba de Stiles. Cora le contó una vez que Stiles se hizo muy amigo de los elfos de las cocinas de Hogwarts y que ellos adoraban al chico. Toda la actividad de la cocina paró de inmediato cuando Derek entró y los elfos comenzaron a gritar.

—¡UN ESTUDIANTE EN LAS COCINAS! —gritó una elfina.

—¡UN HOMBRE LOBO! —ese grito en específico hizo que los elfos se alteraran aún más. Gritaron y corrieron por todas partes, Derek sólo pudo quedarse ahí de pie como idiota.

—¡SOY AMIGO DE STILES! —y muy pronto dejaría de ser sólo su amigo. Los elfos se detuvieron en el acto. De repente, el lobo quedó acorralado por cientos de ellos —. Soy Derek Hale, soy amigo de Stiles y necesito su ayuda.

—¿Derek Hale? —preguntó un andrajoso elfito.

—Sí, Hale. Necesito su ayuda.

—¿Y en qué podrían ayudarte unos elfos domésticos? —preguntó un desconfiado.

—Yo... Bueno, verán, Stiles es mi compañero de vida y lo he invitado a tomar el té. ¿Quizá ustedes podrían... Ya saben?... Ummm

—¿Darle té a Derek Hale para su cita con Stiles Stilinski? —el lobo asintió —. ¡Claro! Soy Pinky, señor. Siéntese, por favor —el elfo le dio una silla —. ¿Quisiera Derek Hale algún postre para su cita con Stiles Stilinski?

—Sí, gracias —el elfo dio unas cuantas indicaciones a los demás y luego le dio un trozo de pastel de zanahoria.

—¿En qué más puede ayudarle Pinky, señor Derek Hale?

—Uh, en nada más, gracias —murmuró el lobo tímidamente al ver lo sumamente serviciales que eran los elfos domésticos. En casa tenían a sus queridos elfos, seguro, pero Derek casi nunca los veía, por lo cual no estaba tan acostumbrado a dar órdenes, su madre era la que las daba. 

—Pinky está feliz de ver que el señor Derek Hale por fin le haya pedido una cita a Stiles Stilinski —Derek frunció el ceño confundido, pero no pudo preguntar porque los elfos lo sacaron de las cocinas, no sin antes entregarle la tetera con el té y algunos postres y galletas.

Caminó apresurado hacia la sala común y dijo la contraseña. Se dirigió a su habitación y puso los postres y la tetera en una cesta muggle de mimbre. Las cuatro de la tarde. Se mordió el labio con nerviosismo. Ya casi llegaba al lago. Ya ahí, acomodó las cosas de manera que al sentarse, pudieran ver la puesta de sol. Ordenó las tazas y los platos con las galletas y demás postres que los elfos le dieron. Puso unos cuantos hechizos protectores alrededor del lugar. Ya casi era la hora. Con la emoción burbujeando en su pecho y sus ganas de vomitar por el nerviosismo, Derek caminó de nuevo hacia su habitación y divisó a Cora junto al cuadro.

—Derek, hueles fatal. Tu olor a nerviosismo está lastimando mi nariz.

—¿Qué debo ponerme? —Cora rodó los ojos e hizo que dijera la clave, para luego entrar a su habitación y hurgar en su baúl.

Todo empezó con el Sombrero SeleccionadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora