Capítulo 4 - "Nunca te cambiaría"

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Luego de una tranquila cena, salimos del lugar y nos dirigimos a un Mustang color negro, casi de inmediato su respectivo dueño salió. Atractivo, si. Tenía una bella sonrisa, que daba seguridad a cualquiera, su nombre no fue una larga incógnita para mí.
—Hola—me saludó—Mi nombre es Ryan... Ryan Butler—Su acento y sonrisa se me hacía típico de un Don Juan, pero me limité a responder
—Hola, soy ______ Smith—Rubén tosió un "De Doblas"
—Eso lo sé, aquí tu esposo—señaló a Rubén —Me ha hablado maravillas de ti, de toda clase—miré mal a Rubén, negué y reí después. No sabía qué responder, yo no sabía hasta hace un par de segundos quién era el chico, el río—Si, lo sospechaba. Me presentó bien. Soy Ryan Butler, el primo de Rubén. Trabajo como publicista en una empresa muy conocida—Me sorprendió un poco, Rubén se miraba realmente incómodo—Bien, tortolitos. Súbanse al auto, los llevaré a su hotel—ambos entramos, yo iba en la parte trasera mientras que mi amado esposo iba de copiloto. El camino fue corto, Rubén quería que conociera Paris por lo que no nos alejamos mucho de este. Al llegar noté que el hotel tenía alrededor de "Veinticuatrocientosnoventaydiez" pisos. Entramos en la recepción después de despedirnos de Ryan
—¡Buenas Noches! ¡Bienvenidos al hotel "Dreams Resorts"! ¿Cuéntan con reservación? —preguntó la señora detrás del mostrador, edad un poco avanzada, rubia y ojos verdes. Hasta para su edad era bella, creo que venir a París con mi esposo no fue buena idea
—Si
—Su nombre—dijo tecleando un par de cosas en su ordenador
— Rubén Doblas Gundersen —dijo 
—¡Oh si!, Tenga—le dio la tarjeta-llave de la habitación—Su cuarto es el numeró 1372 ubicada en el piso 9
—Gracias—dijo sonriente
—A usted y que disfrute de una buena estancia—se despidió, caminamos un poco hasta que encontramos el elevador, llamé a este. Rubén se quedó helado cuando se abrió. Me había contado que anteriormente era claustrofóbico pero que ya lo había superado
— Rubén ¿Te encuentras bien? —dije entrando al ascensor
—S..Si—respondió nervioso yendo hacia mí paso a paso
—Amor, si quieres no subas por aquí, pero nueve pisos...
—Tú lo has dicho, son nueve no cuarenta
—¿Me dejarás sola? —arqueé una ceja y me crucé de brazos
—A menos que quieras que muera ahí adentro—lo jalé y el ascensor se cerró— ¡No espera! —se puso paranóico
—¡Rubén, tranquilo! —lo abracé, al parecer eso le dio un poco de seguridad, pero seguía moviéndose de una forma desesperante, cuando el elevador paró Rubén soltó un largo suspiró— Eres un exagerado
—Pero y si moría... y si el elevador caía conmigo y contigo... y si el oxígeno no entraba y moríamos ahogados—salió corriendo de ahí, bufé y lo seguí, me parecía un juego y comencé a carcajearme tontamente.
Rubén ya había entrado en la habitación por lo tanto llamé a ella
—¿Quién? —preguntó Rubén
—La primera dama—contesté
—¡Oh! Permítame, ahora le abro—abrió, me besó cortamente
— Rubén, estas muy juguetón—entré a la gran habitación... Era literalmente enorme. Las paredes eran color beige con detalles. La puerta de lo que probablemente era el baño era color madera. Había una mini-cocina y había dos camas matrimoniales. Una de ellas era un adorno, ya que en estos días no la necesitaríamos. Rubén cerró la puerta y me tomó por atrás y me condujo a la cama a la cual caímos
—Bien, creo que eso no te debe molestar—dijo seductor en mi oído, me estremecí al sentir su aliento... comenzó a besar mi cuello, yo lo ataje a mis labios para besarlo pasionalmente...
1, 2, 3 de la mañana y seguíamos "encariñados"... Así pasaron seis días, salíamos a un lugar que cada día me impresionaba más y teníamos una noche no muy ¿decente?... El motivo era por el cual Rubén y yo ya habíamos platicado no hacía mucho

Flashback

Tomé el vaso de jugo de naranja y me tiré en el sofá justo al lado de Rubén, mirábamos la televisión, un programa familiar

— Rubén, cuando nos casemos ¿Cuántos hijos tendremos? —pregunté sin dudarlo
—Unos... diez, ¿veinte? —reímos
—Eso no pasará, Rubén —hizo un puchero con los labios
—Pero yo quiero...
—Pero yo... no tanto, a mi me costará tenerlos
—Bien, tengamos uno—sonrió—creo que ser hijo o hija única sería especial
—Piensas lo mismo que yo—me detuve—¿Pero qué te gustaría que fuese?
—Un niño—contestó sin dudarlo
—¿Por qué? —pregunté
—Porque no quiero ver a mi hija trayendo novios, a menos que quiera que me convierta en un "matapersonas" —me carcajeé
—Pero sería tu hija... —reclamé
—Bien, lo admitiré—pensó—no lo mataré pero al menos lo podría...—no lo dejé terminar
—¡No, Rubén! Nada que atente su integridad física y mental—bufó

¿Felices Por Siempre? (2da. Temp. "El Niñero《Rubius Y Tú》) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora