Capítulo 8

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Daniel

Observé a Marcos mientras conducía. La situación me parecía cómica. Cuando dije que jamás, en la vida, pensé que lo vería así de furioso no mentía. Lo conocía tan bien que ni siquiera en este estado podía tomármelo en serio. Es decir, ¡vamos! ¿Marcos? ¿Enojado? Eso era imposible. Bueno, al parecer no. Todo el mundo tiene un límite después de todo.

Sin embargo, podía asegurar que de todas las personas que te podías cruzar furiosas, Marcos era la ideal. Ni enojado como los mil demonios este chico era malo. Aunque puede que fuera un poco pronto para decidir eso.

-Hermano, sabes que me encanta que por fin hayas seguido mi consejo, pero aún así preferiría que bajaras un poco la velocidad o a Viki le agarrara un paro.

Le había dicho millones de veces que debía dejar de ser tan correcto. Las reglas acabarían por matarlo. Tenía que liberarse un poco, tomar riesgos. Pero no me parecía que con una chica abordo sea la forma indicada. Menos si esa chica es la hermana de uno de tus mejores amigos.

Marcos miró por el espejo retrovisor a Victoria que se sujetaba fuertemente de su cinturón de seguridad. Con fastidio bajo la velocidad de golpe y todos nos fuimos abruptamente para delante.

Solté una carcajada, moría de la diversión. No lo podía evitar. Este chico me estaba haciendo el día. Mire hacia atrás con una sonrisa de oreja a oreja. Victoria me devolvió la mirada con una llena de pánico. Intente serenarme y fingir seriedad.

-¡¿Pero que rayos te pasa?! ¡¿Acaso nos quieres matar?!- toda mi seriedad se fue por la borda en cuanto Marcos me miró. Me ahogaba de la risa. ¡Por dios, esa cara! Le sacaría una foto si no fuera porque destruyó mi celular. Maldito gilipollas.

Parecía encontrar particularmente molesto que me riera de él pero, rayos, me seguiría riendo aunque me diera un puñetazo. Pude ver en su expresión que estaba considerando darme uno.

En el momentáneo silencio que se formó después de que calme mis risas se escuchó el fuerte rugido de un estómago. Las mejillas de Victoria se pusieron rojas mientras ella se hundía en el lugar. Mi lado sádico despertó y aprovechó la oportunidad al momento.

-Oigan ¿Qué tal sí vamos a desayunar? ¡Yo invitó!

El auto frenó de golpe. Los conductores de atrás tocaron bocina e insultaron mientras nos esquivaban para no chocar.

-Tomaré eso como un sí. ¿Tú que piensas linda?

-Mh, creo que prefiero ir a casa.. -dijo mientras miraba a Marcos que apretaba con fuerza el volante. Sus nudillos blancos de la presión que ejercía.

-Oh, vamos. No seas tímida, insisto.

-Dijo que no- respondió Marcos cortante mientras aceleraba -Además, ya casi llegamos.

En menos de un segundo estuvimos en frente de la casa de Matt. Victoria se bajó, nos agradeció y entró en su casa. En cuanto no estuvo a la vista sentí como su puño impactada contra mi mejilla izquierda.

-¡Mierda!-exclame sorprendido-Para ser alguien que nunca a estado en una pelea, golpeas malditamente bien- dije luego de escupir algo de sangre por la ventana.

-No seas marica. Te lo merecías.

-No dije que no.

Seguimos el viaje, ahora hacia mi casa. Ya me había golpeado y sin embargo mi lengua no tenía límite. Me pase los pocas cuadras de diferencia gastandole bromas y presionando su paciencia. Era tan jodidamente divertido. No entendía como es que ese maldito volante no estaba destrozado, se estaba llevando la peor parte del trayecto.

Cuando llegamos a mi casa me puse serio. Apoyé mi mano en su brazo para llamar su atención.

-Me bajo y aceleras.

Me miró confundido y molesto hasta que dirigió su mirada a la entrada de mi casa.

-¡Mierda! -grito frustrado. Emily estaba parada en la puerta esperando a que llegáramos.

-No hables con ella. Lárgate.

-Me seguirá a mi casa.

-Marcos..

-Tarde o temprano tendré que enfrentarla.

Salí del auto. Al escuchar el ruido de la puerta Emily notó nuestra presencia y comenzó a dirigirse hacia acá. La mire con bronca y me asomé a la ventanilla del que antes hacia sido mi asiento.

-Ey-llamé su atención- Tomaste una buena decisión, no caigas en sus trucos. Cualquier cosa, no dudes en llamarme ¿Okey?

Marcos asintió mientras miraba al frente con el ceño fruncido. Me sentí como un idiota. Estaba pasando un fin de semana de mierda y yo burlándome de él.

-Lo siento, hermano. Nos vemos el lunes, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

Si alguien está leyendo, me gustaría que comentará para saber que opina. Si les parece que escribo bien, si le falta intriga o comedia. Si aburre o no invita a continuar la lectura. Cualquier cosa que se les ocurra y aporte a mejorar esta novela. Gracias :)

Pecadores - EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora