Capítulo 10

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Nicolás

Levante mi celular para atender la llamada y sonreí con picardía al ver el nombre en la pantalla. Hoy a la madrugada se había ido de mi casa enojada conmigo, con ella misma y, bueno, con el florero de la abuela. Por lo menos yo salí vivo del encuentro, el florero no tanto. Lo que era una pena porque al parecer era una reliquia familiar, algo que se encargo de informarme a gritos mi madre.

-¡Amor, cuanto tiempo! ¿Extrañándome ya?

Mi coquetería obtuvo como única respuesta un sollozo. Me quedé pasmado. No podía estar pasando.

-Princesa, ¡realmente me extrañaste mucho!

-No lloró por ti, imbécil.

-¿Estas segura? Entiendo si estas confundida..

-Si no cierras la boca y me pasas a buscar ahora cortó la llamada.

Sonreí socarronamente. Siempre vuelven. No las podía culpar, si fuera ellas también volvería.

-Claro preciosa, ¿adónde?

Me bañé en colonia y salí disparado hacia el auto. Normalmente me tardaba más pero el caso es que Emily no era de las que esperaban.

Mis amigos se burlaban de eso. Lo llamaban "el ritual de acicalamiento". Decían que les robaba el rol a mis citas y que dentro de poco me convertiría en una chica. Tengo que admitir que es algo raro que el chico tarde más en arreglarse, pero era necesario. Una imagen así no se consigue con facilidad. Este cuerpo hay que mantenerlo. Estaba seguro de tener el título del más sexy de la escuela y lo mantendría así.

No pude evitar notar que Emily se encontraba cerca de la casa de Daniel, así que supuse lo evidente. Había ido buscando a Marcos y lo terminó encontrando. Suspire comprendiendo que tendría que bancarme* unos buenos cuarenta minutos escuchándola hablar de su reciente rompimiento antes de pasar a mayores.

Por alguna extraña razón cuando pensaba en Marcos lo sentía como una especie de competencia. Yo era el más popular, el más sexy, el más carismático... pero Emily salía con Marcos. Yo sabía que ella me deseaba. Me daba cuenta por la forma en que me miraba y por el hecho de que siempre buscaba hacer algún tipo de contacto físico. Sin embargo, salía con Marcos. Incluso sabiendo que yo estaba más que dispuesto a darle el placer que anhelaba sólo me buscó dos veces. Ayer, durante la fiesta, y ahora. No pensaba desaprovechar la oportunidad. Le demostraría a ella y todo el mundo, sobre todo al mismo Marcos, quien era Nicolás Barcena.

Cuando llegué ella estaba parada, tensa, y de brazos cruzados. Sus ojos estaban rojos y su rostro tenía una expresión de pura molestia. Abrió la puerta bruscamente y se metió rápido para cerrar de un golpe.

-Nena, se que te pongo nerviosa, pero por favor no te la agarres con el auto- implore.

-Marcos me cortó.

-¿Ya tengo pase libre? Que considerado de tu parte avisarme tan rápido- ronronee mientras me inclinaba hacia ella.

-Ni siquiera quiso escucharme. Tomo la decisión y ni intento replanteárselo. No me dio ninguna oportunidad.

Siguió mirando al frente, ignorandome. Mh, me gustaban los desafíos.

-Me alegro que hayas decidido llamarme. Era lo mejor que podías hacer.

-¿Siquiera estas escuchando?- se volteó por fin hacia mi.

-Claro dulzura, siempre te escucho. Marcos es un idiota. No te merece. Pero olvídate de él, ahora estas conmigo.

Me aproxime aun más hacia ella mientras le sonreía de costado. Nuestros rostros separados por unos pocos centímetros. Ella me miraba con sus ojos grandes manchados por el maquillaje que habían corrido las lágrimas. Mi cercanía la puso nerviosa, sin saber como contestar mi comentario, su mirada bajo de mis ojos a mis labios.

-Te haré sentir tan bien que ni recordarás que existe.

Su labio inferior comenzó a temblar.

-¡Me dijo que no me respetaba a mi misma!- lloró. Dejó caer su cabeza en mi hombro mientras mis ojos salían disparados para arriba sin poder contener la frustración.

-¡Vamos, Em! Ya hablamos de esto anoche.

-Ni siquiera quiso escucharme.

-Ya, ya- dije soltando un suspiro, mientras palmeaba torpemente su espalda.

Noté como mi camisa se mojaba con sus lágrimas y, probablemente también, sus mocos. Dios, las cosas que tenía que aguantar. Intenté recordar porque soportaba esto. Ah si, me la quiero follar.

Tomé aire y reuniendo paciencia la separe de mi. Apoye mi brazo en el hombro del asiento y acomode mi cabeza en la palma de mi mano. Emily tomó mi posición como lo que era, luz verde para que comenzará a desquitarse y a parlotear** sin parar.

Sólo pude escucharla sabiendo que al final conseguiría un buen polvo. También ayudó un poco imaginarla desnuda.

*Bancar: aguantar, soportar.
**Parlotear: hablar mucho.

Aclaración:
Utilizo el "Mh" como onomatopeya de estar pensando y el "Em" como diminutivo de Emilia.

Pecadores - EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora