Nuevo año, nuevos sueños. Nuevas esperanzas y expectativas. Metas que alcanzar, que solo uno mismo debe perseverar para lograr. En todo el mundo, diferentes culturas están celebrando.
Cada año empieza con una estación y termina con la misma. En el hemisferio norte, empieza el año en pleno invierno y su diciembre concluye en la estación más fría del año. En el hemisferio sur, se derrite la población bajo el abrazo sofocante del calor de verano, tanto a principios como a fin de año.
Viajar implica cambio de ambiente, tanto como espacio, clima, y hasta a veces, cambio temporal también. Es como pasar de escuchar una sinfonía de opera, a oír una canción de rock, es un cambio que algunos se adaptan mejor que otros. Unos se adaptan, otros rechazan y regresan al estilo anterior, y otros siguen explorando por diversos motivos, buscando algo o alguien que los llene de emociones y/o con quien compartirlas.
El paso del tiempo es incontrolable. La memoria es nuestra aliada a la hora de ver el pasado, las fotografías, escrituras o grabaciones son herramientas auxiliares para la memoria que, por desgracia, no tiene capacidad suficiente para recordar todo a la perfección.
En este año nuevo, espero coleccionar una serie de momentos inolvidables, un cambio positivo para quienes me rodean y que salgan de la oscuridad que los sofoca. El año pasado, fui una luciérnaga, un bicho que irradia luz por si mismo, pero no es lo suficientemente fuerte para iluminarlo todo. He obtenido la furia de un león que ruge en caso de su provocación e incluso he asustado. He abrazado como un oso de peluche leal. He llorado cuando en realidad no he tenido ganas de llorar, me he secado cuando la tristeza me supo derrumbar. He sentido el abandono; cuando quiero alguien mucho más de lo que ese me quiere a mí. Un cambio es lo que necesito. Un viaje es mi destino.
Huiré del verano hacia el invierno, pero no busco un invierno helado, busco un verano menos acalorado. Por lo tanto, México es el país deseado. Según me comentaron, en invierno allí hace calor y en verano llueve bastante. A decir verdad, solo fui en su invierno hace tres veranos y lo he disfrutado. Pero esta vez, no me pasaré la semana en un hotel. Esta vez recorreré más lo que halla por ver.
- ¿Estás segura de que queres hacer este viaje, Val?- me preguntó mi mejor amiga, Julieta.
- Lo necesito.- asentí sin pensarlo dos veces.
- Te voy a extrañar muchísimo.- me abrazó.
- Y yo a vos.- sonreí mientras nos abrazabamos. Pero será solo una semana, el tiempo pasará rápido.
El vuelo en avión fue como viajar en tiempo y espacio, llegue a México y eran las cinco de la tarde mientras en Argentina ya habían pasado.
El invierno del hemisferio norte, por lo menos en México, era abrazador. El sol sonreía desde el cielo despejado.
Saqué mi valija y fui por un remis que me llevara hacia el hotel. Noté que había varios hombres con carteles, pero ninguno de mi hotel.
- Disculpa ¿sabes cómo llego al hotel Utopía?- le pregunté a la primera persona que me crucé mientras alguien más se le alejaba con una valija.
- Argentina ¿cierto?- me preguntó el serio muchacho con acento extraño, no parecía mexicano, que ahora que lo observaba no debía tener mucho más de mi edad.
- Sí.- asentí.- ¿Sabes cómo llegar o...?
- No existe ese hotel.- indicó conservando el semblante.- Existió, pero tuvo que cerrar. ¿Cómo reservaste una habitación ahí?
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Cuatro Estaciones
RomanceDicen que los polos opuestos se atraen. Mientras que en Argentina es verano, en México es invierno.