Capítulo 10.

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Tomé el taxi camino a casa al rededor de la media noche, al llegar todos se encontraban dormidos, y así no lo estuvieran sé que no les importa en lo más mínimo lo que pueda pasar conmigo.
Subí a mi habitación y me encerré en ella, prendí la computadora y me dispuse a ingresar en el juego en el cuál había conocido a Isabella; luego de varias horas leyendo nuestras largas pláticas, decidí que no tenía sentido alguno el seguirme torturando con su recuerdo, decidí eliminar nuestras conversaciones, el juego, sus fotos, todo lo que pudiera recordarme su ausencia, no quería que su recuerdo me afectara por siempre. Aunque hasta el día de hoy no he sido capaz de superar su pérdida.
Apagué la computadora, me recosté he intenté dormir lo que quedaba de madrugada. Al día siguiente estuve sumida en mis pensamientos todo el horario de clases, Scarlett se acercó a mí con su radiante sonrisa de siempre, me preguntó varias veces el porqué me encontraba tan pensativa, e insistió en que le contase, luego de un rato decidí abrirle mi corazón y contarle todo lo sucedido. Le conté absolutamente todo, todas nuestras pláticas hasta altas horas de la madrugada, las llamadas, todas promesas que teníamos al conocernos, y aunque puede notar más de un par de veces su cara de celos, terminó llorando conmigo.
Cuándo sonó la campana del receso Scarlett y yo fuimos al baño a secar nuestras lágrimas, estaba distraída observándome en el espejo, en un momentoella caminó rápidamente hacía mi y me acorraló contra la pared.

(...) –Continuará.

Muñecas de porcelana.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora