Capítulo 14.

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Días después de que cumplimos los seis meses de relación, llegué una noche a casa después de clases y encontré a mi padre arrodillado en el suelo llorando, con un cuerpo complemente lleno de sangre, cuerpo que pertenecía a mí madre. El hijo de puta completamente borracho le había golpeado hasta dejarle inconsciente, rápidamente entré a casa, tomé un teléfono y llamé a la ambulancia, tardaron al rededor de 25 minutos en llegar y para cuándo lo hicieron ya era demasiado tarde. Mi madre había sufrido un derrame cerebral a causa de un golpe fatal con una botella, que luego del análisis forense supe que no había sido el primero. Estuve sosteniendo su mano y acariciando su larga cabellera hasta que la ambulancia la llevó a la sala de urgencias, pasadas 6 horas de una exhaustiva operación, salió un doctor a darme las noticias que nunca en mi vida esperé recibir. Perdí a mi madre a los 19 años, no era edad de perder a tu madre, en realidad nunca deberías de perderla, pero ya no había nada que pudiese hacer para traela de nuevo a la vida.
Pedí verla una última vez, hecha un mar de lágrimas entré en la morgue, ver su cuerpo tan pálido, tan maltratado, hizo que un escalofrío recorriera todo mí cuerpo, no pude contener las lágrimas y me recosté en su estómago a llorar con desesperación.
Luego de un par de minutos las enfermeras me sacaron del lugar y me llevaron a la sala de espera para que pudiera tranquilizarme.

-(...) Continuará.

Muñecas de porcelana.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora