ii. valor

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El patio de la primaria Murakami se encontraba lleno de niños correteando por todas partes. El recreo había acabado pero algunos niños seguían jugando bajo la supervisión de un maestro.

—¡Hinata-chan! —una niña peligris se acercó corriendo hasta la pelinaranja que juntaba flores cerca de un árbol.

—¿Qué sucede, Endou-chan? —murmuró la niña más bajita, oliendo las flores.

—¡Vamos Hinata-chan, allí vienen! ¡Los de sexto son muy malos, debemos irnos!

Natsu frunció el ceño, negando. La hermana de Hinata Shouyou no se dejaría atemorizar por un grupo de matones.

Por más altos que fueran.

—¡No, no me iré a ningún lado!

La niña peligris suspiró con sorpresa y un brillo de admiración infantil cruzó por sus ojos azules.

—Ah, miren chicos, un maestro se olvidó un par de bebitas.

Tres chicos mucho más altos que las niñas se acercaron con actitud amenazante.

—Ignoralos, Endou-chan.

Natsu se posicionó frente a la niña más bajita, entrgándole las flores que sujetaba con delicadeza para luego encarar a los niños malos...

... En puntitas de pie.

—¡No somos bebés, niño tonto! ¡Váyanse, están asustando a mi amiga!

—¡Oh, pero si las bebitas saben hablar!

Natsu se mantuvo firme, sin dejarse amedrentar ante las burlas que siguieron. Se disponía a seguir juntando flores para su amiga, cuando uno de los niños, el más alto, tomó bruscamente el ramillete de manos de Endou y lo arojo al suelo.

—¿Ahora si van a llorar? Uuh~ Mira, la bebita está llorando~

Los ojitos azules de la peligris estaban a punto de soltar lágrimas cuando el instinto de Natsu se apoderó de su pequeño cuerpo.

Hinata hizo un mohín de molestia y tomando impulso se lanzó contra el niño más alto, saltando como vio hacer a Shouyou tantas veces.

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—Ahora mismo me vas a decir en qué pensabas, Natsu-chan.

Mamá estaba molesta, más molesta de lo que Natsu pudiera recordar nunca. Pero había algo más en su mirada que no supo descifrar.

Jugando con sus manitos nerviosamente la niña escuchó todo lo que su madre tenía para decirle, luego subió a su habitación para cambiarse el uniforme.

—Parece que tuviste un día difícil, Natsu-chan~

La voz de su hermano sonaba alegre como siempre pero calmada a la vez. La niña intentó arreglar otra vez su flequillo para tapar aquella herida que se había echo en la frente luego del cabezazo al niño malo.

—Uh-uh, ni lo intentes, ya la vi —el mayor extendió sus manos hacia la frente de la pequeña, pegando con delicadeza una bandita con motivos de corazones sobre la herida—, mucho mejor~

Los ojitos naranja de la niña se llenaron de lágrimas y se abrazó a Shouyou, hipando despacito. El abrazo que le devolvió su hermano le regresó la paz.

—Natsu-chan, ni mamá ni yo estamos molestos, solo nos preocupamos —acarició los cortos cabellos naranjas, iguales a los suyos—, pero lo que hiciste, wah, qué valor~ ¿Ni siquiera te dolió el estómago? ¡Impresionante!

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Natsu & OniichanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora