vi. cuidando a oniichan + kageyama

800 98 29
                                    

El sábado por la mañana, Kageyama creyó que sería una buena oportunidad para salir a entrenar. Dar un par de vueltas a la manzana, hacer algunas flexiones y luego ir con su confiable balón hasta la casa de Hinata y-

Ah, no. Hinata seguía enfermo.

Algo extraño se revolvió en su estómago, era algo así como tristeza por perder un partido y frustración al fallar como armador. Pero nada de eso había pasado recientemente.

—Debe ser hambre...

Sin muchas ganas, Tobio se preparó su desayuno nutritivo y luego de avisar que iba a salir, corrió un par de calles sin direccion fija.

Había pasado los últimos días practicando mucho con Asahi y Tanaka, intercambió tips con Suga e incluso mejoró su recepción con Daichi y Noya. Todo seguía igual en el club, todos estaban ahí con él, ni siquiera había terminado discutiendo con Tsukishima cuando se sentó a almorzar con él y Yamaguchi...

Pero había algo fuera de lugar. Una sensación de vacío en la boca del estómago que no se llenaba por más carne que comiera.

Tobio se sentía incompleto. Como antes de entrar a Karasuno.

—¿Bakeyama-san? —murmuró una voz y un par de ojitos avellanas lo miraron con curiosidad.

Entre vuelta y vuelta perdido en sus pensamientos, sus pies traicioneros lo habían llevado hasta la residencia Hinata.

—Bakeyama-san, ¿vienes a visitar a onii-chan?

—S-sí, buenos días.

La niña le sonrió contenta y tomándolo de la mano lo llevó consigo.

—¡Mamá, un amigo de onii-chan vino a verlo! ¡Lo llevaré con él!

—¡Cuidado con las escaleras, Nat-chan! —contestó una voz proveniente de lo que Kageyama supuso era la sala.

Jamás había visto a la madre de su compañero, ¿sería de ella de quien heredó su personalidad, su apariencia...?

—¡Onii-chan dijo que vendrías, estaba tan emocionada...!

—¿Que yo qué?

Definitivamente no recordaba haber organizado esa visita con el Hinata mayor en ningún momento.
De hecho, no lo veía desde que el pelinaranja se enfermó, ni mucho menos había hablado con él. Solo le había entregado los apuntes y tareas por medio de aquella niña con pijama de gatitos.

Subiendo un par de escalones, Natsu lo guió hasta una habitación, al correr la puerta de papel Tobio pudo ver a su compañero.

—¿Onii-chan? Mira quien vino —aún sujetando la mano del moreno, la pequeña se acercó a la cama donde Shouyou tomaba té.

—Kageyama-kun —los ojos del número diez se abrieron con asombro, mientras los frotaba—, ¡¿qué haces aquí, K-Kageyama-kun?!

Natsu soltó la mano de Tobio y tomó la bandeja con el desayuno de su hermano que tambaleaba en la cama ante los movimientos bruscos del pelinaranja.

—Onii-chan, ¿no dijiste que Bakeyama-san vendría a verte? —preguntó inocente y con esfuerzo posó la bandeja sobre un escritorio.

—¡Y-Yo jamás dije...! —trató de excusarse, cayendo en cuenta de como había llamado Natsu a su compañero—. Oh... ¡K-Kageyama-kun, te juro que puedo explicarte!

El armador seguía procesando todo lo que había escuchado y observado en los últimos minutos, con su típica expresión sombría se dirigió al pequeño cuervo. No entendía por qué, pero necesitaba explicaciones.

Mientras Shouyou temblaba ligeramente ante la mirada de Tobio, Natsu solo sonreía sin inmutarse en lo más mínimo.

Antes de que alguno de los tres rompiera el silencio, una mujer de mediana edad y delantal rosa entró en la habitación; su sonrisa era pequeña y en su rostro denotaba cansancio.

—Oh, cielos —suspiró la mujer, viendo hacia Kageyama—, Shou-chan cuando Nat-chan dijo que un amigo había venido a verte creí que sería Koji o Izumi... ¡Pero que gusto conocerte al fin, Tobio-chan!

Tobio-chan...

—Que alguien me mate antes que él lo haga —murmuró entre dientes el prlinaranja.

Lejos de sus instintos homicidas, dentro de su cabeza Kageyama se encontraba buscando una buena respuesta, lo más educada y correcta posible.

—¡Bonito delantal! —fue todo lo que salió de los labios del armador.

Madre e hija dejaron escapar una risa que relajó el ambiente, luego de dejar la medicina de su hijo y tomar la bandeja con el desayuno, la mujer abandonó el lugar.

—Onii-chan, ¿verdad que ya estás mejor?

El mayor asintió, tenía la mirada de Kageyama clavada en su nuca pero se sentía más relajado.

—Debiste decírselo a Bakeyama-san, está tan preocupado que hasta vino a verte.

—No, no, Natsu-chan... Su nombre es Kageyama Tobio, no B-Bakeyama... ¡no importa si me escuchaste decirle de otra forma, no!

—Aah~ Está bien, lo siento mucho, Kageyama-kun.

Tobio le dedicó una sonrisa, de esas que espantarían hasta a sus propios padres. Pero no a Natsu.

—¡Wah, debo contarle a Endou-chan que el Rey de la cancha está en mi casa~! —anunció antes de salir.

El silencio incómodo regresó con más fuerza. Hinata trató de ignorarlo mientras bebía su medicina.

—Ni tú, ni tu familia tienen respeto por mi nombre... ¿Qué tanto les has hablado de mí, Hinata idiota?

Su voz sonó tranquila pero con ese tono fuerte y ligeramente burlón, ese que siempre sacaba al número diez de sus casillas.

Luego de pasarle un vaso con agua al más bajo, el armador tomó asiento en la silla junto al escritorio.

—Gracias, Kageyama-kun —sin apartar la vista del vaso, el pelinaranja sonrió y un sonrojo cubrió sus mejillas; Tobio supuso que debía tener fiebre.

Natsu sonrió, escuchando desde fuera de la habitación.

Ahora sería más fácil cuidar a su hermano con Bakeyama... Eh, Kageyama-san.

.
.

Natsu & OniichanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora